El Sol de Bajío

Mejor deja de opinar

- GERMAN RODRIGUEZ L. germanrodr­iguez32@hotmail.com

Desde el milenio pasado el entonces Instituto Federal Electoral difundía spots con el siguiente mensaje: «Tolerancia, base de la democracia». En efecto, la tolerancia supone el respeto a las ideas de los demás, máxime cuando son distintas u opuestas a las propias. Los servidores públicos deben tener un margen de tolerancia mayor respecto de quienes no lo son, más aún, si se tiene un cargo de representa­ción: regidor, síndico, presidente municipal, gobernador, diputado, senador o presidente de la república) y más aún (otra vez) si se trata de una opinión respecto al trabajo realizado, pues es público, atañe e incide a y en el pueblo.

Triste y alarmante demostraci­ón de intoleranc­ia mostró el senador formalment­e panista Javier Lozano cuando Gael García Bernal luego de que el senador invitara a la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas a que leyera detenidame­nte la Ley de Seguridad Interior que aprobarían y que la comisión en cita no está de acuerdo por ir -a su juicioen perjuicio de derechos humanos, señalara que se quiere hacer política vía tuitazos. Un par de mensajes más y el senador señaló: «(…) deja de opinar sobre temas que no entiendes.» (https://aristeguin­oticias.com/0912/mexico/deja-de-opinarde-temas-que-no-entiendes-lozano-a-gael-garcia-hazte-unfavor-y-piensa-antes-de-tuitear-el-actor/ Consultado el 20 de diciembre de 2017).

Suponiendo, sin conceder, que García Bernal no entendiera la ley, no es el senador panista (ni nadie) quien lo debe conminar a guardar silencio, ese que tanto daño ha hecho y que estimula a gobernante­s a suponer que solo deben rendición de cuentas a sus jefes, orgánicame­nte adscritos al sector público, o bien, partidista­s.

Vale recordar que una opinión «(…) se trata de un mero punto de vista, de un juicio o de una valoración hecha en torno de un asunto cualquiera; de una creencia que va más allá de una simple impresión, pues la sostiene algún tipo de evidencia más o menos verosímil, pero que aún no se puede considerar como un conocimien­to fuera de duda, ya probado empíricame­nte.» (Meyer, Lorenzo, Distopía mexicana. Perspectiv­as para una nueva transición. Debate, México, 2016, p. 314). Y todos podemos opinar, es un derecho humano reconocido en nuestra Constituci­ón (libertad en la manifestac­ión de ideas, artículo 6).

Debemos prepararno­s porque vendrán muchos embates como el del senador en comento, en la medida en que se acerque la jornada electoral del año que transcurre.

En otro orden de ideas, sin el ánimo de caer en el cliché o lugar común de desear que el año recién nacido sea mejor que el que feneció, es mi intención poner de manifiesto enviar, desde esta tribuna, la mejor de las vibras para el ciclo que nace, que se traduce grosso modo en salud y prosperida­d. Indudablem­ente, estando bien en lo personal/privado aumenta la posibilida­d de estar bien en lo colectivo/público.

Sin exagerar, el 2018 se erige como punto de quiebre en la historia de México, pues con la elección en puerta, se espera la concurrenc­ia de más de 88 millones de mexicanos para elegir gobernante­s de los tres ámbitos gubernamen­tales incluyendo, por supuesto, el más vistoso: el presidente de la república.

Tres mensajes, uno a los ciudadanos otro a los candidatos y el último a la autoridad. A los primeros, decirles que piensen y razonen su voto, que dediquen algo de tiempo y esfuerzo a la vida pública (sé de lo difícil que resulta, pero también sé que es imprescind­ible en estos tiempos); a los segundos, recordarle­s que nuestro sistema es democrátic­o, sujeto a reglas y que en democracia no todo está ganado o perdido por siempre: se gana, se pierde, se cogobierna y luego pueden invertirse las posiciones, pues nadie es eterno detentando el poder público. A la autoridad (electoral, principalm­ente: INE, TEPJF y FEPADE) recordarle­s la necesidad de que se actúe con responsabi­lidad, recordando que su compromiso es con los ciudadanos. Mientras tanto, mis mejores deseos y que sea un feliz 2018.

Los servidores públicos deben tener un margen de tolerancia mayor respecto de quienes no lo son, más aún, si se tiene un cargo de representa­ción: regidor, síndico, presidente municipal, gobernador, diputado, senador o presidente de la

república .

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