Encontrar nuestra fuerza interior
Jesús es empujado por el Espíritu para entrar en el desierto. Él entra, pero en tensión de su propia fuerza interior, su fuerza para vivir y para amar..
Es un momento único en el que Jesús no puede aplazar ser probado y tentado, le brota de su vida interior la necesidad imperiosa de constatar de qué está hecho, tiene necesidad de examinarse en el vacío del desierto con una exigencia propia, de frente a su misión.
El desierto del que habla Marcos tiene diversos significados: de vacío, abandono y soledad; en este sentido es el lugar de la debilidad del hombre, donde la tentación puede sentirse más fuerte, y también significa el lugar del encuentro con Dios. Nosotros queremos leer el desierto en estos dos sentidos. Y nos proponemos entrar como Jesús, buscando nuestra fuerza interior. Queremos dejarnos tensar por la dinámica interior de nuestra capacidad de vivir y de amar, de ahí viene la fuerza. Especialmente ahora queremos saber: ¿cómo somos de fuertes? ¿Somos fuertes como para resistir la prueba de este desierto de Cuaresma y de los desiertos de nuestra vida?
monio que escuché de viva voz, cuando decía que la fuerza interior que le ayudó a soportar meses de oscuridad en la prisión, cuando por un agujero esperaba una cucaracha para comérsela, fue la Palabra de Dios, el dinamismo de esa Palabra que ahora lo acompañaba en su soledad.Pero hace falta despertar nuestra fuerza interior; pensemos estas tres ideas:
1- Hay que saber de Alianzas
Saber que nada puedo solo. La Alianza de Dios con Noé es una imagen de muchas alianzas que Dios hace siempre con nosotros; cuando Dios establece no volver a exterminar la vida, nos involucra en una nueva conciencia de vida con las demás creaturas de la creación. Saber de alianzas implica experimentar la alianza de Dios con nosotros. ¿Puedes distinguir algunos momentos de tu vida en los que Dios haya realizado una alianza contigo? En el caso de Noé la señal de su alianza fue el “Arco iris”. En nuestro caso: ¿cuáles son las señales que guardamos de las alianzas que Dios ha realizado con nosotros? ¿Tú has hecho alianzas con alguien más? Es decir, ¿te has comprometido gratuitamente con alguien para hacerle el bien? 2- Hay que vivir vida de salvados
Igual que Noé y que Cristo, no podemos dejarnos corromper. A veces perdemos de vista que llevamos una fuerza interior inmensa. Salvados por Cristo podemos todo, como nos propone Pedro en la segunda lectura. Por los méritos de Cristo, gozamos de una nueva vida.
Vivir vida de salvados implica el compromiso de seguir a Jesús, en sus antagonismos con el mundo injusto, pero con la seguridad de la victoria y la esperanza del final del camino: la Resurrección. 3- Entrar a nuestro propio desierto
Cada uno sabe cómo se encuentra en este momento, en la entrada de su desierto Cuaresmal.
Hay que dejarse “empujar” por el Espíritu de Dios, tocando nuestra tensión interior. Es importante probarnos y resistir la tentación de abandonar el proyecto de Jesús, el proyecto de nuestra vida. Entrar al desierto implica mantenerse en la templanza. Intentar vivir sinceramente estos cuarenta días, sin las comodidades de siempre, dejarnos probar por las fuerzas del vacío y del abandono, pero bebiendo de nuestra fuerza de vida y de amor. Entrar al desierto implica también declarar como Cristo, que “El tiempo se ha cumplido” para nosotros; es posible que este sea nuestro año, el momento histórico de alcanzar un salto cualitativo en el desarrollo de mi vida interior y de mi relación con Dios y con los demás.
Si declaramos que se ha cumplido nuestro tiempo, es porque estamos dispuestos a caminar en línea de conversión, dispuestos a cambiar aquellos vicios o errores que no nos dejan crecer en la trascendencia de nuestra vida toda.