Cuaresma y el valor del sacrificio
La cuaresma es un tiempo de preparación intensiva a la Pascua. Fundamentalmente la Cuaresma es un itinerario que lleva al cristiano a celebrar y vivir la Pascua del Señor. ¿En qué consiste recorrido, que todo cristiano debe hacer para celebrar en forma definitiva la Pascua eterna?
Las lecturas bíblicas de este tiempo, nos dan la pauta a seguir. El llamado a la conversión llena el espacio de las primeras dos semanas. Ellas están centradas en los acontecimientos evangélicos de la «tentación en el desierto» y de la «Transfiguración».
Jesús, que ha superado la prueba, escogiendo ser el Mesías humilde y paciente, es contemplado en la gloria. Él que es su Cuaresma hizo opciones decisivas para su misión mesiánica, apoyándose en lo que está escrito, es el modelo de todo discípulo que quiera seguirlo por el camino que ha trazado, el único que conduce a la gloria.
El llamado a la conversión alcanza, primero, nuestra manera de concebir la vida: la Palabra de Dios nos ilumina, haciéndonos ver las cosas como Él las ve; luego de esta uniformidad de criterio, sigue la acción: actuar como el Señor actúa en nosotros, perdonando, alentando, ayudando. La segunda parte de la Cuaresma (III-V semanas) nos invita a profundizar nuestra fe. Lo que verdaderamente caracteriza la Cuaresma de la Palabra de Dios.
Es la abundancia de anuncio, que se hace de ella, la que lleva al cristiano al conocimiento más profundo de los elementos constitutivos de nuestra fe. La última parte de la cuaresma (lunes – jueves de la VI semana) invita de manera especial a una particular purificación e iluminación. Esta última etapa coincide con la preparación inmediata a la Pascua.
Es cuando hay que prestar mayor atención a la purificación del corazón con una revisión de vida, que descubra los errores pasados y ayude a encontrar los medios para superarlos.
El esquema de la cuaresma, va del miércoles de ceniza hasta antes de la misa vespertina del jueves Santo. Desde su inicio hasta la vigilia pascual no se canta el aleluya. Los domingos de este tiempo se llaman: Domingo I, II, III, IV y V de Cuaresma. El sexto domingo se llama «Domingo de ramos o de la Pasión del Señor». En la mañana de jueves Santo, el obispo celebra con su presbítero, bendice los óleos y consagra el crisma.
¿Por qué cuarenta días?, influyen algunos acontecimientos bíblicos, que consagraron esté número. Los cuarenta días de ayuno de nuestro Señor; los cuarenta años que el pueblo de Dios pasó en el desierto, los cuarenta días que Moisés transcurrió en el monte Sinaí, los cuarenta días de predicación en Nínive del profeta Jonás.
Desde el principio, los cuarenta días de la Cuaresma se cuentan a partir del primer domingo y no del miércoles de ceniza. No obstante, el uso del ayuno cuaresmal tiene lugar en ese miércoles, porque no se consideraba conveniente hacer del día del Señor (el domingo) un día de penitencia.