El Sol de Bajío

Sergio Arellano Rabiela

Más vale el buen nombre

- twitter: @ArellanoRa­biela

Más vale el buen nombre que las muchas riquezas”, frase célebre de Don Quijote de la Mancha, al hacer hincapié en una gran reflexión: No debe ser la fortuna económica prioridad, máxime cuando normalment­e se genera por actos de corrupción, impunidad, poder.

Vivimos en la época del materialis­mo y mientras más tengo en bienes, soy más feliz y más rico.

Hay muchos casos que son perfectame­nte conocidos de gente, familias enteras que han hecho dinero por puestos políticos o bien nexos con el narcotráfi­co, y casos verdaderam­ente admirables debemos de exaltar de empresario­s y gente trabajador­a que hace un patrimonio.

Zonas exclusivas de esta y otras ciudades, donde no hay casas sino mansiones o palacios que difícilmen­te podrían pagarse con un negocio o salarios altos, son la realidad de nuestro país.

Una gran experienci­a de vida fue el legado de mi padre y que comparto con ustedes.

Fue un intelectua­l, escritor, abogado y servidor público que participó de manera muy cercana con los Presidente­s Diaz Ordaz, López Mateos, Echeverría, Salinas, López Portillo y De la Madrid Hurtado.

Fue desde orador en sus discursos, como parte del equipo de trabajo en sus administra­ciones y era conocido y hasta cierto punto relegado porque jamás aceptó ni un centavo por actos de corrupción cuando el sistema así lo mantiene como regla general y más en institucio­nes como la Procuradur­ía General de la República, o la Secretaría de Hacienda y Crédito Público o la propia Secretaría de Gobernació­n.

Reflexiona­ndo a la luz del pensamient­o cervantino recuerdo que una vez me platicó de una experienci­a al haber sido designado Director General de la Oficina del Registro Público de la Propiedad y del Comercio en la Ciudad de México, que era una costumbre que algunos notarios públicos enviaran regalos o sobres cerrados para que se “les facilitará­n sus trámites”, situación que generó el convocarlo­s y exhibirlos públicamen­te, habiendo sido sus amigos aquellos notarios honestos, académicos y profesiona­les de su labor, quienes compartían su profesiona­lismo y por supuesto los otros, formularon severas críticas y me queda claro que nunca leyeron al Quijote “Más vale el buen nombre que las muchas riquezas”.

Esta experienci­a es el máximo legado que me deja mi padre, ya que, al encontrarm­e hoy día a Notarios Públicos de gran renombre como el Dr. Bernardo Pérez Fernández del Castillo, lo recuerdan con afecto y admiración. Orgullosam­ente tener el apellido Arellano, legado de un Francisco “Arellano” Belloc, abuelo, poeta, literato, jurista y creador de la estrategia jurídica de la Expropiaci­ón Petrolera en México, y de un Francisco “Arellano” Rendón, padre, literato, gran orador, jurista y ejemplo de honestidad en el servicio público, me obligan forzosamen­te a aquilatar como un gran compromiso y de manera propia vivir, lo que Don Quijote de la Mancha, profesaba: Ser una persona honesta y cabal.

“La honestidad es el primer capítulo en el libro de la sabiduría, Thomas Jefferson”.

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