La “primavera” de México
“Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala”. (Benito Pablo Juárez García)
CUN POCO DE HISTORIA omo ya es costumbre, intento contextualizar como punto de inicio, el tema ha tratar. Por lo que haré breve y sustantiva referencia: El origen moderno de la mayoría de los regímenes que se precian de ser democráticos en su sentido más amplio, viene aunque no tanto con precisión, sino más bien con su difusión e influencia política de: La llamada “ilustración” corriente de pensamiento sustentado en: “La razón, la igualdad y la libertad” que llevó a convulsionar el mundo europeo, con más énfasis desde la “Revolución Francesa” (1789-1799), cuyo fundamento fue: La fraternidad, la igualdad y, la libertad; ejes de la “Soberanía Popular”, que en términos llanos fue el derrocamiento de la monarquía o el absolutismo, para dar paso al sistema republicano y ciudadano que, incluso hoy día sigue vigente, con todo y ciertos anacronismos.
A partir de tal movimiento político popular, sin soslayar la intervención de la burguesía –luego empoderada- se suscitaron otros movimientos socio-políticos, entre ellos: “La primavera de los Pueblos” (1830, 1848 y 1871, Francia) denominación caprichosa como romántica, y su significación fue que los pueblos salían de la “oscuridad invernal” para acceder a la “primavera, de luz liberal” o para decirlo más en su contexto: Terminar con el “antiguo régimen”, situación que además vino a influenciar a filósofos, políticos, al mundo de la doctrina jurídica, a los artistas en todas sus disciplinas y que también fue un parteaguas en la historia, dando paso a la era “contemporánea”.
¿Cuál fue su mayor aportación? Sin duda alguna la “Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano” y el sistema de la llamada “división de Poderes” (Ejecutivo, Judicial y Legislativo, como hoy todavía tenemos en México). Y también a la "Declaración de los Derechos de la mujer" aunque poco difundida.
Luego, vinieron otras “primaveras”, siendo las más relevantes: La de Praga, de China y la de Arabia. Con un común denominador: El combate al “antiguo régimen”, sin que importe que hagamos alto en las ideologías.
LA ACTUALIDAD
Como muchos saben, hay quienes intentaron llevar al movimiento de regeneración nacional, que he denominado como “amloísmo”, al grado de un despertar ciudadano para que se diera así, una transición, una especie de fin al “antiguo régimen”. Lo que obvio habría que diseccionar con sumo cuidado para tener el triunfo morenista como una “primavera” desde el contexto social y político, con todo lo que implica.
Nadie pondrá ya en duda el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, incluso sus más temibles y terribles enemigos –al final desde atalayas de papel- “han doblado las manos”, sin que falten algunos trasnochados antagónicos y más bien con acendrado espíritu de contradicción que siguen
en el contraataque, pero la máquina política está lista para seguir su marcha.
¿Hay pues, una transición? En estricto sentido, todavía no. Pues se requiere un cambio de 180 grados y con ello, el régimen constitucional, democrático, popular, laico y republicano, parece estar incólume. Sin embargo, lo que cambia es el modo de hacer política, las reglas procedimentales serán otras como ya se puede vislumbrar: Austeridad republicana, que don Benito Juárez llamaba la sana medianía. Se prevé un giro hacia el centralismo, un férreo control político en el llamado “federalismo” en pro del combate a la corrupción, que incluso en Guanajuato, no se ha pintado ninguna raya por el virtual gobernador. Entre otros cambios. Sólo la concreción de la austeridad si será una transición, aunque parcial para el régimen en sí mismo.
Y llama poderosamente la atención, la reacción del Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que ha declarado con todas las letras que para el Poder Judicial de la Federación, no es admisible la austeridad, refiriendo desde luego, el recorte a sus emolumentos y todavía más lamentable es que haya cerrado con un broche: Qué así –sin la austeridad proclamada como bastión amloísta- es como se garantiza el servicio, la autonomía e independencia de jueces y magistrados. ¿Y la vocación dónde queda? Así como tanto pariente incrustado en el Poder Judicial, de jueces y magistrados como es de conocimiento público.
Otro asunto que se pinta problemático es que pasará con los miles de burócratas federales que serán blanco del recorte por la mentada austeridad y ahí creo que será más la afectación con los mandos superiores y medios, no tanto con el grueso de trabajadores, pues la idea es acabar con tanto “secretario del secretario”, con la pléyade de “asesores” y demás pilotos que navegan de “muertito” (léase “aviadores” y similares).
LA CONDICIÓN SINE QUA NON
Mis estimados
lectores, si el virtual Presidente de la República, entre otras ofertas políticas nos convenció de las bondades de la austeridad republicana que, precisamente dará píe a un mejor aprovechamiento del presupuesto y claro, de los dineros de los contribuyentes, es obvio que hay y habrá resistencias y “gritos al cielo”. El compromiso que deben asumir los funcionarios de cualquiera de los tres poderes, es de alcance patriótico. Tienen ustedes mis estimados lectores, la última opinión. Salud, Alegría y Prosperidad, con los nuevos vientos de austeridad republicana.