El Sol de Bajío

LOS TRABAJOS PARA CONCLUIR EL RECINTO QUE ALBERGARÁ LA ENORME COLECCIÓN DE TESOROS EGIPCIOS DE EL CAIRO CONTINÚAN A MARCHAS FORZADAS

- BENNO SCHWINGHAM­MER / DPA

Las vistas desde las obras más importante­s de Egipto no están nada mal. Sobre el ardiente Sahara se eleva una de las maravillas del mundo, la imponente pirámide de Keops, cuyos laterales concluyen en una punta que domina desde hace más de cuatro mil 500 años el desierto, el Nilo y desde hace algunas décadas la ciudad de El Cairo.

A dos kilómetros de distancia numerosas personas se apresuran de un lado a otro con chalecos amarillos para concluir una nueva maravilla. Los pitidos de un camión dando marcha atrás resuenan en la construcci­ón medio terminada en la que pronto se encontrará el Gran Museo Egipcio, que albergará algunos de los mayores tesoros culturales de la humanidad.

Este año -al menos según el plan oficialabr­irán las galerías con objetos de la cámara funeraria del faraón Tutankamón, así como unas enormes escaleras con numerosas estatuas antiguas.

AMBICIOSO Y MAJESTUOSO

Parece un plan muy ambicioso: en la fachada de hormigón hay montones de arena acumulados desde los que se ven más abajo las tuberías y los cables que pasan bajo tierra. Por todos lados hay andamios y el edificio está cubierto en parte por un armazón de acero. Aunque en el enorme atrio ya se encuentra una estatua de Ramsés II, en lugar de mirar hacia la gigantesca escalera que conducirá a las galerías, el coloso de once metros de altura sólo contempla una construcci­ón a medias.

¿De verdad estará el museo listo para ser inaugurado este año?

Los trabajos en el museo van según lo planeado. Debería ser posible", dice el director de la institució­n, Tarik Taufik, pero parece algo vacilante. Si finalmente no se consigue inaugurar la primera parte este año, entonces será a principios del siguiente, añade. Para 2022 el Gran Museo Egipcio estará completame­nte terminado.

Se trataría sólo de un retraso más de los numerosos sufridos desde que se plantó la primera piedra en 2002, por el hace tiempo derrocado Hosni Mubarak. En total, la construcci­ón, con financiaci­ón japonesa, costará mil millones de dólares.

Pero al final, la espera y los costos habrán valido la pena: por primera vez en la historia estos sensaciona­les tesoros tendrán suficiente espacio. Hasta ahora se acumulaban, de forma deficiente, en el Museo Egipcio en el centro de El Cairo, pero este estilo propio de las películas de Indiana Jones será sustituido por una exposición moderna.

Cada objeto expuesto, desde las pequeñas ofrendas funerarias hasta los colosos de granito, estará integrado en un completo contexto histórico. Esto también se aplicará al corazón del Gran Museo Egipcio, la exposición sobre el faraón Tutankamón, cuya cámara funeraria fue hallada en 1922 por Howard Carter en Luxor. "Queremos presentar a la persona que hay detrás de la máscara dorada", explica Taufik.

Para ello el director del museo se sirve de ayuda extranjera: el estudio alemán Atelier Brückner ha diseñado la exposición del faraón. La gerente, Shirin Frangoul-Brückner, cuenta que su concepto no se centra sólo en hacer accesibles los artefactos, sino también los contenidos. Para ello los diseñadore­s cuentan con las mejores condicione­s: "Tenemos galerías de exposición enormes. Tan grandes como un hangar", según Frangoul-Brückner.

Por ejemplo, una de las salas destinadas al contenido de la cámara funeraria de Tutankamón mide 230 metros. Y es que se necesitará el máximo espacio posible, ya que cuando el museo abra por completo, sus salas albergarán 50 mil artefactos en la exposición permanente. Más de la mitad de ellos nunca ha sido mostrada al público, según Taufik.

Hasta 15 mil personas acompañará­n con ayuda de la tecnología al faraón en su vida después de la muerte mientras que sobre sus cabezas colgará la escultura luminosa "Path of the sun" (el camino del sol).

Bajo los pies de Osama Abo El Kheir la arena del desierto ha teñido el suelo de moqueta de un tono amarillent­o. Es el director general del clausurado Centro de Conservaci­ón, en el que se han catalogado y preparados las piezas de exposición. El Kheir también participa en una de las tareas más peligrosas del proyecto: el transporte de los tesoros culturales a su nuevo hogar.

"La dificultad del traslado está en la inestabili­dad de las carreteras. Esto puede ser un problema para los pesados artefactos", cuenta. Algunas de las piezas pesan hasta 30 toneladas y cualquier bache podría dañarlas.

El traslado lo realiza una empresa especializ­ada que puede llegar a tardar tres días en recorrer los 20 kilómetros que separan el Centro de Conservaci­ón del nuevo museo. Todos los objetos deben pasar por la famosa plaza Tahrir, cruzar el Nilo y atravesar las estrechas calles de Giza, siempre abarrotada­s y llenas de baches, hasta llegar a las enormes salas del museo al margen de la megaciudad. Pero hasta ahora, destaca El Kheir, todos han llegado en perfectas condicione­s.

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