Disparos en la oscuridad
Uno de los hombres más oscuros de la política mexicana fue sin lugar a dudas Gustavo Díaz Ordaz, él resume el perfil del político enfermo de poder. En la novela histórica, “Disparos en la Oscuridad” narrada en forma de crónica, hecha por Fabrizio Mejía se destacan los aspectos más torcidos de la mente de un hombre que subió al poder de la forma más indigna, y que para desagraviar su orgullo, no dudó en usar el poder político para ensañarse con quienes creyó sus enemigos.
Su familia había salido huyendo de Chalchicomula Puebla, para internarse en Oaxaca, en el pueblo de Tlacolula, a quien los zapotecos le llamaban Guillbaan, pueblo de sepulcros. En ese lugar nació Díaz Ordaz, su madre señala que la nacer el 12 de marzo de 1911, no lloró, y la partera, sentenció: “este será imbécil o muy macho”. “Por eso eres tan distinto a tus hermanos”, repetiría su madre. A cincuenta años de historia, la luz de esos tiempos se asoma de manera pulcra e interesante.
Estos fragmentos que comparto de la novela “Luces en la oscuridad”, revelan palmo a palmo los acontecimientos suscitados días antes y días después del evento político mas importante de la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días: el movimiento del 68. La figura presidencial encarnada en Gustavo Díaz Ordaz, como un engranaje perverso del sistema político mexicano, se dimensiona de cuerpo entero, y la voluntad omnipotente del presidente en turno permea todo decisión política que prácticamente revela la idea de la “dictadura imperfecta”. Pues desde luego, no hay una dictadura perfecta que viva para contarlo.