La capilla del Señor de la Misericordia
La fe y el amor a la Divinsa Misericordia de Dios, plasmada en Cristo, llevó a erigir esta obra que lleva paz a los corazones más duros
DAVID CARRACEDO CRONISTA
Su fiesta se celebra, como corresponde, el segundo domingo de Pascua, es decir el siguiente domingo después del Domingo de Resurrección y puede ganarse indulgencia plenaria en esa fecha cumpliendo las condiciones del caso, establecidas por la Iglesia Católica para obtener el beneficio respectivo.
El título correcto de este artículo debería ser: “El templo del Señor de la Misericordia, y su hermoso camino de
acceso”.
Pero no sólo es demasiado largo para un título, sino que además debería agregare: “Y las hermosas vistas que desde él se tienen”. Aclaro que este espacio, un tanto irregular no se refiere al Cerro de los Remedios en su totalidad, sino a lo descrito en el título. Para todos los chamacuerenses el Cerro de los Remedios es una presencia cotidiana, algunos le tenemos más cariño que los demás, y otros, como el señor Abel Laguna llegan a sentir una atracción casi mística que los lleva a realizar acciones extraordinarias.
Subir al cerro, de vez en cuando, era una actividad de relativa frecuencia para muchos de nosotros, en el camino encontraba uno los vestigios de una antigua “fábrica” y casi en la cima unas enormes letras que clamaban, con su blancura de cal. U.N.S.
En la mera punta estaba una pequeña cruz, pequeña realmente, de un metro y medio de altura, sobre un basamento piramidal también pequeño, pero era el indicativo de que un breve esfuerzo nos había llevado al punto culminante.
El señor Laguna nos platica que durante toda su vida se dedicó a la música y trabajó como
La capilla, Mariachi en la ciudad de México, pero cada que se iba y cada que volvía, llamaba poderosamente su atención el Cerro de Los Remedios. Un día, allá por el año 2000, se decidió a construir un templo en la cima de esta elevación y comenzó a pedir ayuda para dicho fin, con muy magros resultados en sus inicios, incluso llegaron a tildarlo de loco o, en el mejor de los casos, a no tomarlo en serio.
Cuando pudo realizar alguna construcción la gente lo comenzó a tomar más en serio y a ayudarlo con mayor entusiasmo. Hoy en día