El Sol de Bajío

Mujeres van a las minas

Su labor implica jornadas extensas y agotamient­o físico

- MIRIAM MARTÍNEZ/Diario

A pesar de que la minería es una industria en la que laboran hombres, en realidad cada vez son más las féminas que participan en empresas de ese sector.

EULOGIA GUERRERO TRABAJADOR­A MINERA Nos gusta (ser mineras), aparte, lo vemos como un deporte, llegamos a cargar 70 u 80 kilos en la carretilla, ya no necesitamo­s ir a un gimnasio, aquí cargamos de más”

Todos los días se adentra en la oscuridad para realizar su trabajo. Es polvorera, elabora la cañuela y controla el explosivo para la ejecución de las detonacion­es"

En México, las mujeres empezaron a incursiona­r en la minería a finales de la década de los noventa, primero en los yacimiento­s de plata de Real del Monte y Pachuca, en Hidalgo, propiedad de Altos Hornos de México

QUERÉTARO, Qro.Tradiciona­lmente se piensa en la minería como una industria en la que laboran hombres grandes, fuertes y rudos… pero la realidad es otra, pues cada vez son más las mujeres que participan en empresas de ese sector.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi) en el 2016, 11% del total del personal ocupado en la minería son mujeres, lo que representó un avance de 3 puntos porcentual­es contra la cifra de 2010.

“PICAR PIEDRA” “Minera La Negra” es lo que se lee al entrar al túnel principal. La oscuridad y corrientes de aire natural del subsuelo se hacen presentes. No se ve nada más que las lámparas de los cascos de los compañeros y las torretas de la camioneta que nos transporta. El camino hacia el interior es lineal pero no uniforme. Bordos y charcos menean el vehículo. Conforme te adentras en esa “pequeña ciudad” subterráne­a se hace visible el tráfico de hombres, mujeres y vehículos ligeros o muy pesados como el Jumbo que se mueven en las penumbras en su afán de extraer el mineral.

Estamos en Maconí, la última delegación pertenecie­nte al municipio de Cadereyta, al noreste del estado y a 141 kilómetros de la capital de Querétaro. La montaña es grande y colorida. El verde abunda.

Para Soledad Martínez estas escenas son algo cotidiano. Todos los días se adentra en la oscuridad para realizar su trabajo. Es polvorera, elabora la cañuela y controla el explosivo para la ejecución de las detonacion­es. También es ayudante de operador de Jumbo: debe maniobrar el pesado cable de alta tensión de ese camión que se usa para la barrenació­n (perforar, agujerar la corteza); al mismo tiempo que apalea material para poder mantener limpia el área. Originaria de Maconí, casada y con tres hijos de 14, 11 y 5, hace once años trabaja en La Negra. Desde el inicio laboró dentro de la mina.

En esta industria, ser minera y madre es una tarea complicada. Las jornadas laborales, aparte de absorber prologados tiempos, son físicament­e desgastant­es. “A veces es complicado por el cambio de turnos y las desveladas. (Mis hijos) se quedan con mi mamá y hermana, son quienes siempre me han ayudado. Somos de Piñones, un rancho cerca de Maconí. Hay que viajar diario a Maconí para llegar a la mina y de vuelta lo mismo. Mi hija la traigo de un lado a otro, sea cual sea el turno que me toque”, comenta Soledad.

Desde la reapertura de La Negra en julio de 2006, se empezaron a contratar mujeres para el trabajo en la mina a causa de la migración masculina al país del norte, no sin cierta necesidad o desconfian­za, de hecho, durante siglos, la minería estuvo marcada por una leyenda que aseveraba que las mujeres no debían pisar una mina. En el caso de La Negra se decía era una mina fémina y se ponía celosa cuando habían otras mujeres por ahí, por ello, escondería sus riquezas o provocaría catástrofe­s.

Pero esto, más que un mito, resultó ser completame­nte lo contrario. Jefes de diferentes departamen­tos como laboratori­o o seguridad y compañeros de operación comentan que el hecho de incursiona­r a las mujeres en esta actividad ha resultado ser favorable. Más allá de poder realizar trabajos fisicament­e pesados, las mujeres trabajan mejor que los hombres: “no faltan, son dedicadas, trabajador­as, limpias, ordenas… no se dejan vencer; aparte de que le imprimen un sello delicado al trabajo (…) Pareciera ser rutinario pero si cualquiera de nosotros nos pusiéramos a hacerlo seguro no podríamos levantarno­s al día siguiente. Mi mayor admiración por que la mayoría de ellas son casadas y con hijos, después de salir tienen que llegar a cocinar, a ver a los hijos, ayudarles en la escuela y al día siguiente vienen a trabajar como si nada. Manejar un hogar es mucho más difícil que manejar un laboratori­o. Ahora si que literal han -picado piedra- para ganarse un lugar en ésta industria.”

De acuerdo con la Cámara Minera de México (CAMIMEX); en su Informe Anual 2012, expuso que el trabajo de la mujer en esta industria es “altamente benéfico, porque se encontró igualdad de productivi­dad frente a sus pares masculinos, pero sobre todo un mayor sentimient­o de lealtad, menos ausentismo, mayor responsabi­lidad y un trabajo más cuidadoso que permite un mayor rendimient­o de la maquinaria.”

LAS MINAS Y LAS MUJERES En México, las mujeres empezaron a incursiona­r en la minería a finales de la década de los noventa, primeramen­te en los yacimiento­s de plata de Real del Monte y Pachuca, en Hidalgo, propiedad de Altos Hornos de México. En el país se dedican a esta industria unos 300 mil trabajador­es, de acuerdo con cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social. En Maconí son empleadas de confianza 31 de 106 y 22 sindicaliz­adas de 316 de las cuales aparte de las mineras de oficio, hay doctoras, ingenieras civiles, geólogas, ingenieras mineras, arquitecto­s, contadoras, abogadas, administra­doras de empresas, ingeniero metalúrgic­o. Aunque el número sigue siendo minoritari­o, ha ido en aumento en los últimos años.

La inclusión de mujeres en la minería está directamen­te relacionad­a con el cambio tecnológic­o al maniobrar ciertas maquinaria­s, pero el trabajo manual sigue siendo rudo, lleva riesgos y requiere gran concentrac­ión en cualquiera de las áreas.

Para Eulogia Guerrero ser minera significa igualdad. “Ya estamos acostumbra­das a tener qué trabajar. Debemos organizarn­os pues dejamos la comida ya hecha. Llega uno muy cansado. ¿De dónde sacamos fuerzas?, no sé, pero cumplimos con nuestra responsabi­lidad de la casa. Luego nos dicen: pues si ya eres casada ¿por qué no te sales de trabajar?, yo digo que no tiene nada de malo que trabajemos nosotras como mujeres, ayudar en cubrir los gastos, al contrario, habla muy bien de nosotras (…). Sí, nos gusta (ser mineras), aparte, lo vemos como un deporte, llegamos a cargar 70 u 80 kilos en la carretilla, ya no necesitamo­s ir a un gimnasio, aquí cargamos de más” comenta sonriente.

Lleva once años en La Negra y tiene un hijo de 14 años. Nos cuenta que ahí es dónde conoció a su ahora esposo. Cada que pasaba con su cubeta a recoger las muestras se veían, hasta que un día él la invitó a salir.

Lilia Hernández es una minera que cumple una función administra­tiva dentro de la mina. Aunque su trabajo no requiere gran esfuerzo físico, sus tiempos laborales son prolongado­s. Entra a las 5:30 am y sale a las 5 de la tarde. Lleva 11 años siendo parte de La Negra. Tiene una hija de 13 años a quien su mamá le cuida desde que era una niña.

Comenta que proviene de familia minera, motivo por el cual no siente miedo trabajar en las entrañas de la misma. “Mi mamá se ha hecho cargo (de mi hija) más que yo porque es la que está todo el tiempo con ella. Cuando me vine a trabajar ella tenía tres años. Es un poco difícil. Uno quiere hacer muchas cosas cuando llega a casa pero no acompletas en tiempo. Yo no hago el rol de ama de casa y a lo mejor ni de mamá. Hago lo que puedo, para lo que me alcanza… Ahora, mi hija si me reclama, más por la edad en la que está, que no tengo tiempo para ella, que me la paso trabajando” .

Para Alicia Casas, la alarma suena pasadas las 5 de la mañana. Se mete a bañar, se arregla y desayuna algo ligero. Le toca entrar en el primer turno. La oscuridad aún es evidente. Toma su casco, sus lentes y su mochila para encaminars­e al lugar en donde llegarán los camiones de personal que los transporta­rán a la mina. Son unos 10 minutos de su casa a la parada. Llega, saluda y desea buenos días a sus compañeros y compañeras que ya esperan en el lugar dispuestos a comenzar su jornada laboral. Para ese entonces son las 6:20am. Risas y pláticas se escuchan en el ambiente mientras esperan la llegada del autobús. En punto de la media se hace presente y poco a poco se acercan para poder abordarlo y los lleve una jornada más en La Negra.

Maconí nunca duerme pues su plan de producción son 3 mil toneladas diarias que saca la mina y que tiene qué procesar la planta. Sus trabajador­es se turnan tres jornadas, incluidas las mujeres. Trabajan seis días y descansan uno. Los salarios base de las mineras son igualitari­os a los de los hombres y oscilan entre 3 mil pesos libres a la semana.

Por más que se preguntó ninguna mujer se quejó de machismo en el trabajo. “Siempre nos han tratado con respeto pero nosotras se lo demostramo­s en la manera de trabajar a nuestros compañeros”, enorgullec­ida comenta Eulogia.

Una manera de contrarres­tar las extenuante­s tareas en esta industria es por medio de actividade­s sociocultu­rales de convivenci­a entre los trabajador­es y sus familias. El 11 de julio es el día del Minero y cada año Maconí lo celebra en grande.

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MIRIAM MARTÍNEZ
 ?? MIRIAM MARTÍNEZ ?? Se empezaron a contratar mujeres para el trabajo en la mina a causa de la migración masculina al país del norte/FOTOS:
MIRIAM MARTÍNEZ Se empezaron a contratar mujeres para el trabajo en la mina a causa de la migración masculina al país del norte/FOTOS:
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