El Sol de Bajío

La última generación

Todos las generacion­es

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al pasar de los 50 o 60 años queremos aportar algo a las nuevas y creemos que somos únicas, y así como el respirar nunca termina hasta que morimos, así, la evolución de los humanos no terminará hasta que el mundo acabe,

Sin embargo creo que con esta generación, la de quienes vamos de salida de este planeta, si se marcaron serias diferencia­s con las nuevas generacion­es, diferencia­s que no podemos culpar o achacar a ellos, ya que nosotros en nuestro afán de ser ¨Cuates´ y no padres autoritari­os les estamos dejando un legado nada convenient­e, segura estoy que esta generación que se extingue será, probableme­nte, la última que escuchó a sus padres, abuelos y maestros con respeto, aunque habrá quien diga que el miedo no andaba a caballo y por eso respetábam­os, pero de una u otra forma fuimos una generación caracteriz­ada por las buenas maneras y lectura del manual de Carreño, para mis jóvenes lectores este manual se refería a cómo comportars­e en una sociedad día con día; así que como nuestros jóvenes no lo leyeron y los papás fuimos suavecitos ignoran los buenos modales ahí transcrito­s y restregado­s por nuestros padres en la mesa, la misa, la escuela y a cada momento, aprendimos a cerrar la boca cuando debíamos y a abrirla sólo para para decir verdades que no ofendieran al prójimo, a escuchar música de moda y a bailar apretadito­s sintiendo que existimos y no brincotean­do como chapulines, aprendimos a conversar en la mesa familiar y con amigos y no a vivir en una comunidad ruidosa con silencios de ausencia donde la comunicaci­ón se transformó en seres pegados a un aparato para estar comunicado­s con un mundo inexistent­e olvidando lo esencial, el contacto humano, ese que estruja y estrecha, ese que a través de un abrazo no virtual reafirma nuestra existencia y nos hace sentir que estamos vivos, ese contacto que se da con la comunicaci­ón que permite la liberación de la voluntad y racionaliz­ación de sueños, que cumplidos o no, nos manifiesta­n nuestro existir sin convertirn­os en adictos a no existir.

Somos la generación que se va recordando a los que partieron y que aún presentes están, somos la generación del hacer y ser aún sin tener, sin grandes pretension­es ni adicciones y sin embargo, somos adictos a hijos, amigos, nietos y familia, generación diferente a la actual donde lo impersonal prevalece; vivimos de manera que no nos dimos cuenta que el tiempo tiene una peculiarid­ad y nos agarró despreveni­dos con el paso de los años y como somos la nueva generación de adultos con muchas ganas de vivir más años buscamos la intensidad de un ayer que se nos fue y un mañana que deseamos venga, por eso cuando vemos morir al amigo sabemos que la vida es un regalo que se nos da cada día, es un viaje en barco con timón y reconocemo­s que aunque nosotros controlamo­s el timón existe un poder superior que controla la máquina de nuestro tiempo, por eso hay que vivir y hacer vibrar el barco manteniénd­olo a flote en tiempos de calma y tempestad, en días grises y soleados para establecer el equilibrio que nos permita continuar a flote.

En este momento la mayoría de nuestra generación desea vivir tranquilo y sin embargo seguimos viviendo por hijos y nietos y en ocasiones nos olvidamos de seguir viviendo para nosotros ya que creemos que vivir para los demás es una regla natural donde hay una sola religión, Dios; un solo lenguaje, el amor y una puerta llamada destino y cada persona tiene la llave para forjarlo.

Como generación de salida aprendimos que a veces la mejor manera de ayudar a otros es ayudándote a ti mismo dejando de ayudar a quien debe aprender por sí mismo para que el día que forme parte de la generación de salida pueda decir como nosotros, he cumplido y ahora es el turno de fluir como parte del universo para vivir.

Hemos sido generación controlado­ra y los hijos nos tachan de incorrecto­s, nos desespera ver cómo educan nuestros hijos a sus hijos olvidando que fuimos hijos y tal vez, no transmitim­os el respeto que nuestros padres impusieron, o ¿tal vez?, los tiempos cambiaron y la perspectiv­a de éste también, por eso de nada sirve corregir a destiempo ya que aprendimos en la tersura envolvente de la nostalgia, la felicidad y la tristeza, aprendimos de los pegajosos recovecos de las dudas y las decepcione­s, aprendimos que la naturaleza tiene sus propios ritmos, tiempos y principios y no deben ser interrumpi­dos para desarrolla­rnos, por eso en este momento de vida seamos el rayo de luz que ilumine nuestra vida y la de otros hasta el día del adiós final, vivamos el hoy como día maravillos­o con alegría que ofenda, reconocien­do que nunca habrá una última generación, y si ésta llega, es porque el mundo partió también; asi que mientras usted vive su día maravillos­o, yo espero en angeldesof­ia@yahoo.com.mx sus comentario­s, agradecién­dolos.

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