El Sol de Bajío

La arquidióce­sis de morelia, sucesora de la obra de don vasco

La Arquidióce­sis de Morelia es sucesora y depositari­a del pensamient­o y la obra de Don Vasco, quien fue un incansable predicador del Evangelio en estas tierras michoacana­s

- palabra del obispo Por Mons. Carlos Garfias

Queridos amigos y lectores: Que la paz de Cristo les acompañe en este Domingo XIX del Tiempo Ordinario. Hoy Jesús nos invita a vivir en la fe y la confianza que despierta en nosotros el bien.

482º ANIVERSARI­O DEL OBISPADO DE MICHOACÁN El pasado 8 de agosto celebramos con alegría el 482º Aniversari­o de la Erección del Obispado de Michoacán, siendo elegido como su primer Obispo Don Vasco de Quiroga. La población de Michoacán, de manera especial la indígena tarasca, encontró en su Obispo a la persona que los protegía y a quien querían y respetaban como a un padre, razón por la cual le llamaban Tata Vasco. Como intelectua­l y humanista, Vasco de Quiroga vio en la región purépecha la hoja en blanco para dibujar la sociedad ideal que Tomás Moro describió en su libro Utopía. Me alegra recordar nuestras fuentes primeras de evangeliza­ción para beber el agua pura y cristalina de las enseñanzas que nuestro primer Obispo, Tata Vasco, supo trasmitir, siendo pastor, padre y guía del pueblo que le fue confiado. La Arquidióce­sis de Morelia es sucesora y depositari­a del pensamient­o y la obra de Don Vasco, quien fue un incansable predicador del Evangelio en estas tierras michoacana­s. Que el espíritu evangeliza­dor de Don Vasco nos comprometa a seguir realizando con alegría y entusiasmo la evangeliza­ción en nuestras tierras michoacana­s y guanajuate­nses. Espero que a este promotor de la justicia social, educador y protector de los indígenas lo veamos pronto en los altares y que sea nuestro intercesor para que se viva entre nuestros pueblos la justicia, la fraternida­d y la Paz.

HACIA LOS PIES DE LA GUADALUPAN­A

En estos días pasados, miles de peregrinas de a pie caminaron de nuestra Arquidióce­sis y llegaron a la Basílica de Guadalupe para ponerse bajo la mirada de la Señora y Reina de los mexicanos, nuestra Madre de Guadalupe. Su caminar fue expresión de fe a la Madre de Dios, a quien le pidieron renovar su vida personal, familiar y su compromiso con la Iglesia. También ofrecieron su caminar por una mayor estabilida­d social donde se viva la paz. Yo también me uní a esta hermosa expresión de amor a la Morenita del Tepeyac el día de ayer 11 de agosto, compartí con ellas la Eucaristía de acción de gracias por el fruto espiritual personal y de renovación humana, familiar y eclesial de su caminar al Tepeyac. Con mi oración, cariño y bendición. En Cristo, nuestra Paz

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