A escena: Longinos Núñez
Su desenvolvimiento en la política Segunda de dos partes
Su ejercicio como presidente de las fiestas navideñas fue tan exitoso que pronto lo llevó a encumbrarse en la política, donde sus intervenciones fueron sumamente acertadas; especialmente aquellas en defensa de los ideales liberales después de la caída del segundo imperio (1867), durante la corporación municipal encabezada por el coronel Juan Ruiz como prefecto político, período durante el cual participó como sexto regidor, con la comisión de Cárceles (Martínez Álvarez, 2009: 82-87).
Su mediación durante ese ciclo fue altamente satisfactoria para la ciudadanía, por lo que fue elegido de manera democrática, y por haber reunido la mayoría de sufragios (Martínez Álvarez, 2009: 113), para continuar como funcionario municipal en el año de 1868 y 1869, durante la administración del jefe político del distrito, el coronel Florencio Soria, aunque esta vez como quinto regidor y segundo regidor respectivamente (Martínez Álvarez, 2009: 119). Al revisar otros documentos históricos, podemos percatarnos de que Longinos permaneció poco más de una década en la política, en los tiempos de antaño, en los que ocupar un cargo público se consideraba una cuestión de honor para la defensa de la soberanía del pueblo. Incluso, en el año de 1875, al ascender al cargo de procurador primero (Martínez Álvarez, 2009: 159), durante la regencia del jefe político Vicente Gutiérrez, Núñez dio un discurso que ocupó las planas de los diarios nacionales, negándose a tomar protesta manifestando lo siguiente:
Lo que se ha expedido con el carácter de ley para pedir y otorga protesta en los actos como el presente, no creo… no debo creer que sea concepción que sea un parto del gran partido liberal que siempre ha poseído las virtudes de tolerancia, sinceridad, patriotismo y buena fe; y por lo mismo, la citada determinación no viene, no puede ser apoyada ni sostenida por los principios de nuestra carta fundamental.
En mi concepto es emanación de un circulo formado por personas que no tienen independencia ni en sus más insignificantes actos: que carecen de voluntad propia; que se han convertido en esclavos de una consigna; que no tienen ni la libertad del pensamiento, puesto que su compromiso, en el que tratan de envolvernos, es hasta guardar y hacer guardar lo que está en lo desconocido, lo que pertenece a lo incógnito… esto no lo concibe una cabeza libre.
Por lo expuesto, y si a bien lo tuviere este honorable Cuerpo, mi compromiso ante la nación, ante la ley, ante el Municipio, será en los términos siguientes: -“Protesto solemnemente en conciencia y como liberal, cumplir con el encargo concejil que me ha conferido el voto de mis conciudadanos.”- Sí así se me aceptare, estoy pronto con mis pobres trabajos (La Voz de México, Hemeroteca Nacional de México, 1875: 8).
Después del complicado escenario tomó un breve descanso del cabildo en la ciudad para retomar los quehaceres que le habían dado fama y prestigio algunas décadas atrás, fue nombrado como el presidente de la Junta Directiva de Navidad, comisión en la que se desempeñó de manera brillante, lo cual podemos evidenciar a través de documentos del año 1878, en los cuales insistía en el correcto apoyo del municipio para continuar con las celebraciones decembrinas, las cuales desde entonces proyectaba como una feria que permitiera el impulso del comercio y la industria mediante un espacio digno y adecuada inversión (Martínez Álvarez, 2009: 217-218). Años más tarde, continuaría con el impulso de la ciudadanía celayense, aunque nuevamente a través del cabildo, durante la gestión de Manuel E. Velasco, con las comisiones de Paseo y Ornato (Martínez Álvarez, 2009: 221-222); trabajo que mantendría hasta el año siguiente, cuando cambió su encomienda a la supervisión de instrucción pública, aguas y estadística (Martínez Álvarez, 2009: 225-226).
OTRAS OBRAS DE LONGINOS NÚÑEZ EN CELAYA
Quizá pasó demasiado tiempo ocupado en la política, invirtiendo sus esfuerzos en el remozamiento de calles y escuelas; posiblemente sea la razón por la cual, desde su ejercicio en el Puente de las Monas, pasaron 42 largos años para el ayuntamiento de Celaya lo invitara a desempeñar su trabajo con otro monumento. Fue hasta el año 1886, cuando el Párroco Francisco M. Góngora propuso esculpir un dolmen para colocarse al exterior del templo de San Antonio con la intención de que a la posteridad se recordara la entrada de los insurgentes a esta ciudad, así como el lugar donde Miguel Hidalgo y Costilla posó su estandarte con la Virgen de Guadalupe. Finalmente, el monumento se inauguró en el marco del aniversario de la gesta insurgente, el 21 de septiembre de 1886 por el coronel Ruíz, jefe político de esta ciudad, y el cura Francisco Góngora, a quien se debe la autoría de la inscripción al centro de este monumento: “Se acercaba el sol a su plenitud / el 21 de septiembre de 1810 / cuando en este lugar fue colocado / el estandarte del Ejército Independiente / cuyo blasón era la Santísima Virgen de Guadalupe”. Además de las frases: “Dios y Libertad”; “Religión y Patria” y “Unión y Paz” que se leen en la parte superior del retablo (Velasco y Mendoza, 1948: 174).
EL ESPÍRITU PATRIOTA DE LONGINOS NÚÑEZ
Le llevó a escupir en honor de la insurgencia más de una vez; incluso, las fiestas septembrinas generalmente iniciaban con un acto solemne en monumento mencionado; después, la ciudadanía se trasladaba al Teatro Cortazar, donde se colocaba un altar a la patria sobre el que se instalaba una escultura de Miguel Hidalgo, obra también del artífice Longinos. Después de rendir honores, se realizaba una velada en la que el jefe político en turno, “en punto de las once de la noche, vitoreaba a la Independencia y a sus Héroes; como en la Ciudad de México lo hacía a la misma hora el Presidente de la Republica, desde el balcón central del Palacio Nacional. En seguida, el pueblo, todavía enardecido por los acordes del Himno Nacional, se apoderaba de la escultura del iniciador de la Independencia y dándole vivas y gritos de entusiasmo, la conducían en hombros, en medio de procesión de antorchas hasta el portal, de la Jefatura, donde estaba instalado ya el templete […] y allí se entronizaba la imagen del Padre de la Patria, para que al día siguiente se le rindiera homenaje con un acto patriótico, en el cual se pronunciaban sendos discursos, se ejecutaban varios trozos de música escogida y eran declamadas algunas composiciones poéticas por los niños de las diferentes escuelas que había en la ciudad” (Velasco y Mendoza, 1948: 224).
Dicha escultura se resguarda actualmente en el Museo Regional de Querétaro, INAH, ciudad donde sus descendientes permanecieron por varios años. No obstante, y de manera indudable, nuestra ciudad continúa siendo heredera de la obra realizada durante los años más productivos de este artífice.
Se llegó a especular que fue el autor del par de efigies que adornaron la residencia de Eusebio González y Emeteria Valencia, matrimonio para quién edificó un par de esculturas más que aún persisten, se trata del par de damas que custodian una de las puertas de la Fábrica de Textiles en Soria, misma que perteneció a la pareja, y debieron ser esculpidas entre la década de los setenta u ochenta del siglo XIX. Aún puede apreciarse al interior del Templo del Carmen una representación de la última cena, obra atribuida a nuestro artífice Núñez. Pues como parte de su oficio, se desempeñó en la talla de distintas figuras religiosas; por ejemplo, un par de ángeles de adoración, las esculturas de San José, San Vicente Ferrer, San Francisco de Paula, San Antonio de Abad, San Eliseo, Santa Teresa y San Juan de la Cruz, para el Templo de San Francisco, esto de acuerdo al testimonio de fray Cayetano de la Purísima Concepción (Carreño de Maldonado, 1992: 133-134). Los relatos de sus descendientes también indican que realizó un par de figuras religiosas más para el Templo de la Tercera Orden, entre las que destaca la Virgen de los Dolores, obra para la cual tomó como modelo a su nuera, Dolores Rábago Laborde.
Entre la memoria de la población, se conserva el recuerdo o atribución del catafalco con ángeles alados que cubría el sitio donde reposaban los restos de Rosa Rábago de Cortazar, esposa del general Luis Cortazar, escenario que resulta altamente probable, pues además del parentesco político que existió entre ellos.
Actualmente, sabemos a ciencia cierta que también el pórtico de estilo neoclásico que adornaba la antigua Inspección de Policía del siglo XIX, ubicada en la calle de Morelos, también fue un hermoso diseño al estilo neoclásico obra de Longinos Nuñez. Con el tiempo, en el año de 1957, esta finca pasó a ser de Eduardo Rivadeneyra (Martínez Álvarez, 2008: 348), quien contrajo nupcias con una bisnieta de Longinos, quienes la han mantenido en su propiedad. Se tiene conocimiento también de que, en octubre del año 1900, regaló al general Porfirio Díaz una “Estatua de la Paz” para que fuera colocada en la Escuela Nacional de Bellas Artes, de la cual aún se conservan referencias (Sánchez Arreola, 1920: 95).