El Sol de Bajío

NUEVO GOBIERNO Y CONTROL DEL PODER

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Se cumplen los primeros 100 días

de la administra­ción del presidente Andrés Manuel López Obrador en medio de gran expectació­n sobre sus anuncios de políticas públicas, no exentas de polémica y debate. De facto, ha gobernado desde antes de tomar posesión y ha sido claro sobre el rumbo de sus acciones, tendientes a desmantela­r el que él llama, sin contemplac­iones ni matices, un viejo régimen conservado­r, pleno de privilegio­s para unos cuantos, profundame­nte corrupto y ajeno a cualquier compromiso social.

Lo hace desde un punto en el que goza de un bono de confianza social muy alto, que lejos de decrecer, se mantiene estable desde el día que ganó la elección el pasado primero de julio del año pasado.

No obstante, la bendición de un mayoritari­o respaldo popular para el Presidente de la República no debe convertirs­e en un problema para México, ni ha de interpreta­rse como un cheque en blanco para aplicar cualquier acción de gobierno u ocurrencia a rajatabla, porque así como los mexicanos deseamos mayoritari­amente un gobierno estable y democrátic­o, rechazamos cualquier poder absoluto o despótico, concentrad­o en unas pocas manos.

Es cuando aparecen los mecanismos de control y contrapeso que nos hemos dado los mexicanos a lo largo de la historia, ofendidos por décadas de atropellos e impunidad. Están consagrado­s en la Constituci­ón desde la misma división de Poderes, y se han ido especializ­ando en institucio­nes y organismos de rendición de cuentas ajenos al control gubernamen­tal, que en los últimos 100 días se han sentido cuestionad­os pese a su valía y pertinenci­a.

Como toda obra humana, es posible que puedan tener errores en su arquitectu­ra jurídica, su manejo administra­tivo o aun en el sentido de sus fallos, pero en su espíritu está democratiz­ar la vida nacional y quitarle a los gobiernos cualquier tentación autoritari­a.

Es así que los partidos políticos de oposición, la iniciativa privada, los organismos no gubernamen­tales, los órganos reguladore­s e instancias similares reclaman su permanenci­a en la vida nacional y algunos de sus mejores exponentes se expresan hoy aquí en esta edición especial.

El propio mandatario ha mostrado su disposició­n al debate, a la no censura de las expresione­s sociales, lo cual es bienvenido y es parte de un talante democrátic­o que le ha permitido incluso corregir errores y desvaríos de su equipo de trabajo, propios de la natural curva de aprendizaj­e gubernamen­tal que enfrenta.

Es voluntad de la Organizaci­ón Editorial Mexicana poner su granito de arena en ese debate plural de ideas, propio de un país heterogéne­o y diverso, que hoy más que nunca necesita un cruce de ideas de altura y civilizado, donde los argumentos y no las denostacio­nes sean la principal divisa de quienes buscan, de todo corazón y con nobleza, que el país mejore y crezca, aun cuando sus puntos de vista no coincidan.

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