El Sol de Bajío

Olvidan Domingo Negro

- JOSÉ SÁNCHEZ

Por primera vez no se llevó a cabo la misa ni el rosario en donde los deudos recordaban las explosione­s del 26 de septiembre de 1999.

En el total olvido quedó el Domingo Negro, ya que por primera vez, después de 20 años en que se realizó de forma ininterrum­pida, no se llevó a cabo la misa y el rosario en donde los deudos recordaban con oraciones el 26 de septiembre de 1999, en donde murieron 72 personas, y 350 más quedaron lesionados como resultado de explosione­s por el almacenami­ento de pólvora.

La señora Laura Subías, de 66 años de edad, así como Sara Acosta, se acercaron como cada año para participar en el rosario que cada 26 de septiembre se realiza, pero después de media hora en que esperaron sin que nadie se acercara a colocar una vela, unas flores y los retratos de algunas víctimas decidieron retirarse.

“Desde que fueron las explosione­s, venimos cada año a rezar para pedir por la paz eterna de quienes ese día murieron, y aunque no tenemos familiares que hayan muerto, nos unimos a la oración porque vivimos a un par de calles y vivimos de cerca la tragedia”, comentó.

Comentaron que también en ellas quedó la herida de una ciudad en donde habían padecido muchas personas, pero que enloqueció a muchos en todo un día de caos porque la gente corría de un hospital a otro en busca de sus parientes, y muchos ya los encontraro­n muertos.

Juan Arrellano Rangel, participó como bombero el día de las explosione­s; se encontraba en la unidad con rumbo a la colonia Insurgente, cuando le informaron de una explosión en Antonio Plaza.

“Cuando llegué, ya se habían registrado dos explosione­s. La segunda fue la más fuerte que dejó a muchos muertos. A mí me tocó trabajar todo el día que era como un infierno”, dijo.

Al mismo lugar llegó Guadalupe Hernández Rodríguez, a quien se le murió un pariente, y quien comentó que dejó de ir a trabajar para estar en el Rosario que desde hace 20 años se hace, y que nunca se había dejado de hacer. "Pareciera que el Domingo Negro se ha olvidado, y cada vez somos menos los que recordamos a nuestros difuntos".

Cabe señalar que todavía el año pasado, después del Rosario en la calle Antonio Plaza, el obispo Benjamín Castillo Plascencia ofreció una ceremonia religiosa en San Francisco, en donde estuvieron familiares y amigos de las víctimas.

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FOTO: ALFONSO BERBER El bombero Juan Arrellano acudió cuando fueron las explosione­s.

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