Candidata, a medida de ultraconservadores
Con Amy Coney Barret, el presidente busca el voto de la derecha cristiana; llama a apurar su ratificación
WASHINGTON. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, propuso a la jueza conservadora Amy Coney Barrett para la Suprema Corte en un intento por ganarse el favor de la derecha cristiana, pieza clave de su base electoral de cara a las elecciones de noviembre.
“Es un honor para mí nominar a una de las mentes legales más brillantes y talentosas de nuestra nación para la Suprema Corte”, dijo Trump a la prensa desde la Rosaleda de la Casa Blanca.
Trump agradeció a los republicanos, que tienen mayoría en el Senado, su compromiso para garantizar que el proceso de confirmación de Barrett se desarrolle de manera “justa”, “oportuna” y rápida.
De ser confirmada por el Senado, Coney cubriría la vacante que dejó la jueza progresista Ruth Bader Ginsburg, fallecida el 18 de septiembre y convertida en un icono progresista, así como en un símbolo de la lucha por la igualdad de género.
En la Casa Blanca, Barrett prometió que tendrá presente el legado de Ginsburg, a la que alabó por haber roto los “techos de cristal” impuestos sobre las mujeres y de la que dijo “ha ganado la admiración de las mujeres de todo el país”.
“Amo los EU y amo la Constitución de EU. Me siento verdaderamente honrada por la perspectiva de servir en la Suprema Corte”, afirmó Barrett, madre de siete hijos, dos de ellos adoptados en Haití y uno con síndrome de Down.
Sin embargo, Barrett, católica y de 48 años, es la antítesis de Ginsburg en todo lo que se refiere al aborto: la fallecida jueza protegió ese derecho a toda costa, mientras que la nueva magistrada se ha posicionado en varias ocasiones a favor de restringir el acceso a ese procedimiento.
Sin embargo, Barrett nunca ha llegado a decir expresamente si anularía el fallo judicial de 1973 con el que la Suprema Corte legalizó el aborto en EU.
Barret es una jueza federal nacida en