Las joyas de lo antiguo
Hay movimientos culturales y sociales de tal alcance que son transiciones de épocas, parte de la evolución de las costumbres y del progreso del hombre
Revoluciones pacíficas como la iniciada en el siglo XV, la época de conversión de la edad Media a la edad Moderna que sin duda modificó numerosas formas de ser de la civilización occidental. Resurgimiento del arte, de la ciencia y la investigación coincidiendo con el encuentro fortuito de Cristóbal Colón con continente americano para darle a la corona hispana un imperio más poderoso de Europa.
Se cuenta que el rey hijo de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, Carlos I de España y V del Sacro Imperio Germánico llamado “el Cesar” y nieto de Isabel I de Castilla, esposa de Fernando II de Aragón quien patrocinó al genovés en su aventura a la equivocada idea de llegar a las islas orientales llegó a decir “en mi Imperio nunca se pone el sol”.
Si bien se cree que la biblioteca de Alejandría fundada por Tolomeo hacia el año 280 AC es el más antiguo recinto donde se acumulaban los anales del saber, con el Renacimiento nació la práctica de conservar uno o más artículos ataviados de la estética, objetos para no olvidar nuestro pasado perpetuados por los genios del escoplo y el pincel.
Más si hay museos que exhiben macabros instrumentos de tortura y muerte, también son objetos inapreciables de un acaecido que no queremos repetir.
Quedamos cortos cuando admiramos, galerías y museos como los bellos espacios de arte de civilizaciones o de la naturaleza vistos en la capital del país y de prácticamente cada una de las ciudades a lo largo de nuestro territorio sin faltar el más reciente, el de los Mamuts en el inoperante AIFA de Santa Lucía.
Cito tres museos de los más visitados del mundo: el del Prado de Madrid, el Louvre en Paris; el del Hermitage de San Petersburgo y el museo Smithsonian de Historia Natural en Washington D. C. Sin olvidar el arte de conservar objetos que dieron servicio del hombre precursores de lo que hoy nos mueve con sorprendente velocidad y confort.
Sirva de muestra algunos que he visitado,
Se cuenta que el rey hijo de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, Carlos I de España y V del Sacro Imperio Germánico llamado “el Cesar” y nieto de Isabel I de Castilla, esposa de Fernando II de Aragón quien patrocinó al genovés en su aventura a la equivocada idea de llegar a las islas orientales llegó a decir “en mi Imperio nunca se pone el sol”.
el de la aviación en Dayton Ohio, el del ferrocarril en San Louis Missouri y el museo Henri Ford del automóvil en Detroit Michigan.
Así como se atesora en el interior a los seres que amamos en el pasado y siguen conservándose en el corazón, en lo material se guarda lo que hoy son memorias de una época, sin caer en el trastorno de acumular objetos en desuso propio de personas que sufren auto abandono personal y social llamado “Síndrome de Diógenes” recordando al filósofo griego al que Platón se refería como “Sócrates delirante,” es común de personas conservar uno o más objetos recuerdo de un pretérito que dio vida, servicio y placer.
El grato pasatiempo del ejercicio de una distracción personal que abre un abanico de actividades recreativas para solaz de quien o quienes lo practican.
Así llego al empresario Henry Ford padre de la producción en cadena que revolucionó la industria del transporte por medio de su modelo Ford T, precursor del artefacto que más ha movido al mundo, que el poseedor de un automóvil antiguo ve una joya llena de recuerdos, que bajo la capota del cofre, en el complejo de la transmisión y en el panel de instrumentos están las raíces de los avances tecnológicos de lo que nos mueve hoy.
“No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños”, Cicerón.