“MARCHA DEL PUEBLO” EL HUMANISMO MEXICANO ATRAE A CIENTOS DE MILES
La Cuatroté mostró su músculo en las calles, tanto con grupos organizados como con ciudadanos que llegaron por su cuenta
CDMX. Andrés Manuel López Obrador es un hombre en campaña. En los últimos 30 años no ha dejado de serlo. Al menos eso es lo que dicen las arengas, las pancartas, el ambiente, el discurso y el poder de convocatoria del tabasqueño a cuatro años de tomar el poder.
Es un recorrido harto conocido por López Obrador. En ese corredor de 5.2 kilómetros que va de la Victoria Alada al Zócalo de la Ciudad de México inició —en enero de 1992, con el Éxodo por la Democracia que partió de Villahermosa a la Plaza de La Constitución— una campaña y una movilización social que, en la marcha de este domingo, confirmó que la elección presidencial de 2024 ya es el objetivo prioritario en Palacio Nacional.
La autodenominada Marcha cuatro años de transformación o Marcha del pueblo deriva poco a poco en eso, en el mitin proselitista, en la porra a las corcholatas morenistas (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López), en la organización para lo que viene, en la catarsis partidista que se confunde con la movilización convocada desde el gobierno.
El “¡Es un honor, estar con Obrador!”, “Pre-si-dente!” y “¡No estás solo!” acompañan a López Obrador en todo el trayecto. Es el grito de batalla de los simpatizantes del tabasqueño en las marchas del desafuero, en las movilizaciones por la defensa del voto, en la toma de protesta como “presidente legítimo”, en las campañas presidenciales de 2006, 2012 y 2018.
A cuatro años del “¡No les voy a fallar!” y del “¡Me canso ganso!”, el discurso del Presidente muta, ahora descarta aspiraciones políticas de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller y asegura que no habrá reelección en la sucesión presidencial de 2024. También bautiza a su proyecto como Humanismo Mexicano. “Mi propuesta será o sería, llamarle Humanismo Mexicano, porque sí tenemos que buscar un distintivo (…) porque lo esencial de nuestro proyecto proviene de nuestra grandeza cultural milenaria y de nuestra excepcional y fecunda historia política”, dijo el mandatario federal durante su mensaje en el Zócalo.
Y en los remolinos de simpatizantes que se agolpan alrededor del tabasqueño, que lo quieren saludar, que buscan una foto, que lanzan una arenga de apoyo, se pierden, casi se difuminan, la mujer y los dos hombres que, en un año, por estas fechas, disputarán encarnizadamente la candidatura presidencial de Morena, pero sobre todo la bendición y el apapacho del hombre que cumple tres décadas en campaña.
Tres horas de caminar paso a paso y el Presidente sólo avanza dos glorietas. Determina acortar su recorrido en el ya famoso Jetta blanco a la altura del Senado de la República, casi en el cruce de Paseo de la Reforma e Insurgentes. Recorre un tramo en auto y luego otra vez a pie entra al Zócalo, luego de casi seis horas de un lento andar.
Desde el Auditorio Nacional hasta la Plaza de la Constitución se abren paso los contingentes morenistas, encabezados por legisladores federales y locales, alcaldes, líderes de organizaciones sociales, gobernadores, funcionarios de gobiernos estatales y federal de Morena. Todos avanzan hacia el Zócalo con la consigna de apoyar y darle continuidad a la Cuatroté.
Los chinelos morelenses pisan fuerte a la altura de la Glorieta del Caballito, en el cruce de Paseo de la Reforma con Bucareli. Casi llegando a la Alameda Central, las bandas de música de Oaxaca, Guerrero, Tamaulipas y Chihuahua se abren paso entre empellones.
También la movilización se da en calles y colonias aledañas al andador histórico. Hasta ahí llegan cientos de autobuses, camionetas, taxis, autos particulares repletos de personas procedentes de distintos estados del país. Desde las primeras horas del domingo comienzan, en esos puntos, su incorporación a la columna principal.
La Ciudad de México se convirtió en un gran estacionamiento que ocupó ve