¿Por qué perdieron los candidatos del PAN en Durango? Las observaciones y consideraciones que
Comparto con mis lectores, las expreso como respuesta a la pregunta que planteo al principio como título del presente artículo.
Pese a la expectativa que mantenía el grupo en el poder, de llevar a cabo en este proceso electoral la conformación de un congreso a modo, donde campeaba la esperanza que la mayoría de sus candidatos se alzaran con el triunfo, y así lograr el complemento de la alternancia, cuyo objetivo sería que en lo sucesivo, el Ejecutivo no tuviera ningún obstáculo para que le aprobaran iniciativas de gran impacto.
Sin embargo, dicha idea se frustró, porque el tsunami de López Obrador, no nos dio la oportunidad de ver siquiera, quiénes eran los candidatos desconocidos por quien a ciegas votaríamos. Pero eso sí, muy seguros estábamos que elegir a cualquier candidato del PRIAN, sería decidir por más de lo mismo. Y aquí no cupo la sentencia del adagio que dice: “vale más malo por conocido que bueno por conocer”. Nos la jugamos por los buenos por conocer, porque los del PRIAN no eran sólo conocidos, sino aborrecidos.
Es cierto que hace exactamente dos años, que la voluntad duranguense se desbordó a favor del candidato del PAN a la gubernatura, pero no por amor al partido, sino al hartazgo de que habían colmado a la ciudadanía los anteriores, y que ésta, en un ¡ya basta!, sin contemplaciones los despidió con cajas destempladas.
La historia a muy corto tiempo se repite y no porque los candidatos del PAN fueran tan malos, sino porque las expectativas de la sociedad sobre el proyecto del 2016 iban más allá. Pero como los resultados óptimos dependían de una mayoría en el congreso; esta vez, por mucho que pesara dicha razón, el pueblo ya no les quiso conceder el beneficio de la duda. De allí que les cortara de tajo, la aspiración de seguir simulando, bajo el pretexto de que eran minoría para dar un buen apretón a aquellos que hicieron de la corrupción su estilo de gobernar.
No lo hicieron y el ¡basta ya! no se hizo esperar en esta contienda, donde les quedó claro que la inmensa mayoría de los duranguenses, no somos panistas, sino ciudadanos libres y que si en el 2016, tuvimos el pésimo gusto de votar por el PAN, es porque en ese momento era el medio para darles una lección a aquellos que hicieron de las arcas la Cueva de Alibabá, y de los terrenos baldíos el rastro más despiadado, donde los matarifes perdieron la cuenta de las cabezas que habían sacrificado.
Desafortunadamente a esos que prometieron perseguir, para que dieran cuenta de los crímenes que cometieron, así como los grandes robos y escandalosos fraudes en que participaron, se escabulleron en un remedo de investigaciones, donde la titular de la contraloría, se concretaba a dar ante la opinión pública explicaciones enredadas y sin dedicatoria alguna.
De allí que la excontralora no sea bien vista por los nulos resultados en esa responsabilidad, y confirman mi apreciación las malas cuentas que rinde como candidata perdedora. Por eso, cabe la reflexión obligada sobre la esplendidez hacia su habilidad dilatoria, que ha sido garantía de impunidad para aquellos que disfrutan sus espacios palaciegos de muy dudosa procedencia.
Quien hizo las promesas pareciera que su reto es olvidarlas, pero aquellos a quienes se las hicieron, las tienen presentes y les dieron su valor real cuando se trató de tomar venganza, sobre aquellos que les han corrido desatenciones, pese a que prometieron que iban a gobernar bajo un sistema de puertas abiertas.
Cosa que rotundamente fracasó, en aquel intento ruin de audiencias públicas, que no fue más que una mascarada, para desahogar las exigencias personales de compromisos adquiridos en campaña, y que a la postre sólo sirvió para simular y justificar ante la opinión pública, que el compromiso de atender a la ciudadanía bajo la dinámica de puertas abiertas se había cumplido cabalmente.
Desde luego que al no darle seguimiento a dicha forma de atender al público, se desdibujó la idea de gobernar junto con la sociedad civil, con la que les dio el voto y que a cambio ahora sufre la incomunicación con el gobierno, por la barrera patética que le han impuesto los pirrurris que le acompañan en su gabinete.
Esos que acapararon todos los espacios de la administración, donde la sociedad civil ha sido ninguneada por la influencia de las familias que integran la casta dorada, y que por pertenecer al partido de la burguesía, son los que se han apoltronado en el ánimo del gobernador, y que en repudio a ellos, el primero de julio los votantes reaccionaron en su contra.
Y así, amparados en la patente partidista, los pirrurris del PAN se encuentran bien acomodados y cobrando sumas escandalosas, mientras los hospitales sin médicos, sin enfermeras, sin equipo y las farmacias sin medicamentos.
Deficiencias que se han agudizado, pese a la promesa de que se iban a subsanar, cuando fueran gobierno.
Pero las molestias y la decepción, no campean sólo en las instituciones de la salud, asomémonos tantito a la Dirección de Pensiones, donde las cosas funcionan a gritos y a sombrerazos, ya que los derechohabientes son víctimas de la tardanza de su pago, donde ha habido ocasiones en que se les deposita hasta un día después, bajo el pretexto de que el gobierno federal no es puntual en las aportaciones que le corresponden.
A dichas observaciones se suma la promesa de que iban a despachar en palacio de gobierno. Mentira que no se puede desmentir, porque ahí está el elefante blanco, sirviendo a otras actividades que no son dignas de su simbología ni del legado histórico que representa.
Por eso, el encanto y la confianza hacia el mandato panista, a menos de dos años se desmoronó y los aplausos que ayer les daban de pie, el primero de julio guardaron silencio, para empuñar la diestra y despreciar a puño cerrado, la oferta que consideraron un engaño.
Así que, si buscan culpables, no fueron las ambiciones internas y baratas las que dieron al traste con la campaña del PAN, sino la forma de gobernar. De allí que la ciudadanía matara dos pájaros con una sola piedra, ya que votar por AMLO, implicaba derrotar al PRI a nivel nacional y al PAN a nivel estatal.
Bajo esas observaciones y consideraciones, valdría la pena cerrar con algunas contradicciones que campearon en el estado de ánimo de los duranguenses; ya que después de haber sido los favoritos en el 2016, el primero de julio pasaron a ser indeseados; después de haber sido depositarios de nuestra confianza, con nuestro voto en contra se las retiramos; después de haber sido calificados con nuestra simpatía, ahora con enfado los descalificamos; después de haber sido aprobados con nuestra decisión, ahora fueron reprobados por ella; después de haber trabajado a su favor, ahora nuestra tarea fue hacerlo en contra; Después de haberles dado la oportunidad, ahora se las negamos, por dos cosas muy graves: habernos traicionado y habernos propuesto a los mismos que lo han hecho.