RECORRIENDO
REGIÓN SIERRA, Dgo. (OEM).- El papel del síndico municipal ha sido “ninguneado” en algunos municipios a lo largo de administraciones y en el caso de Canatlán, hace pocas administraciones, quizá dos, quien estaba con dicha responsabilidad no le tenía miedo, sino pavor al entonces presidente, porque hasta lo regañaba.
En Canatlán se viene dando una ruptura entre el síndico Rogelio Gurrola Ruiz y el aparato de gobierno, porque no le dan su lugar, porque se hacen cosas sin su consentimiento, como lo ha señalado públicamente el segundo en jerarquía en el ayuntamiento.
La Ley Orgánica del Municipio Libre del Estado de Durango es muy clara al señalar las facultades y obligaciones del síndico, pero parece no traer algo para cuando se le ignora.
El artículo 61 inciso 1 marca: Participar con derecho a voz y voto en las sesiones del ayuntamiento Y VIGILAR EL CUMPLIMIENTO DE LOS ACUERDOS (las mayúsculas son del columnista).
II.- Presidir la Comisión de Hacienda o su equivalente del ayuntamiento y VIGILAR LA CORRECTA RECAUDACIÓN Y APLICACIÓN DE LOS FONDOS PÚBLICOS.
III.- Revisar y, EN EL CASO DE ESTAR DE ACUERDO, suscribir los estados de origen y aplicación de fondos de la cuenta pública de gasto anual del municipio y los estados financieros.
XI.- VIGILAR LA CORRECTA PRESTACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS MUNICIPALES, así como las relativas al alineamiento, conservación y aseo de las calles.
Falta menos de un año para la conclusión del ayuntamiento actual y la verdad el síndico tiene mucho por hacer en el tema de los servicios públicos y el aseo de las calles, que dicho sea de paso, muchas de ellas dejan mucho que desear. Hace falta menos oficina y más calle...
¿Y los uniformes escolares cuándo llegan?, se preguntan en las escuelas.
¿Cómo, también faltan de llegar libros de texto a planteles escolares de Canatlán?
En ese sentido estaban mejor cuando presuntamente estaban peor…
Sorprendido estaba ayer el excachorro cenecista canatleco Sergio Benítez Calderón, por lo que supuso algo así como un milagro.
Por necesidades de la vida acudió con un bidón a conocida estación expendedora local y pidió se lo llenaran, atestiguando que al envase le registraron 25 litros, cuando la capacidad es de 20.
¡Esto es un milagro! exclamó el excachorro, mirando emocionado al cielo, lo que hasta después analizó si el milagro es del cielo o de la máquina expendedora.
Hasta ayer no sabía si dar aviso a la parroquia o a la Procuraduría Federal del Consumidor.
Hasta la próxima…