Hace aproximadamente dos semanas
las redes sociales no descansaron en desacreditar de alguna forma u otra, las declaraciones que hiciera el presidente municipal de Guanajuato, Alejandro Navarro Saldaña, quien se quejaba de que los turistas llegaban a Guanajuato, pero que ni se hospedaban ni consumían, pues algunos ya llevaban sus alimentos.
Solicitaba un turismo que tuviera mayor derrama económica, que ingresara a museos y adquiriera las artesanías del lugar. Indudablemente, algo que en todos los lugares es deseado, solo que el munícipe no tuvo el tacto apropiado para comentarlo, causando un descrédito total.
Al conocer la noticia, de inmediato se mencionó la falta de “tacto” para decir las cosas por parte del presidente municipal en cuestión, mientras los memes burlones no cesaban en ningún momento.
Es precisamente “el tacto” la habilidad con la que se debe tratar a otras personas sin dar motivo para que puedan sentirse ofendidas, esto es, saber cómo y cuándo decir las cosas.
Isaac Newton en alguna ocasión manifestó: “el tacto es la acción de dar a entender tu punto de vista sin hacer un nuevo enemigo”. Acatando bien la regla, “tacto” es tener la habilidad de comunicar nuestro mensaje de una manera clara, pero siendo sensible a aquellos que son audiencia, evitando siempre ofenderlos. Con esto no se quiere decir que se tengan que ocultar nuestros sentimientos y comportarnos hipócritamente, sino presentar nuestros criterios en forma atractiva e inofensiva.
En las técnicas de conversación siempre se manifiesta que es preciso hablar de lo que se conoce y ya se pensó, pues los comentarios apresurados pueden ser imprudentes, y además, es muy importante ordenar las palabras para presentar una mejor exposición de lo que se desea plantear en la plática.
Paul J. Meyer, uno de los autores más leídos en el campo de desarrollo personal y profesional, en su programa de “la Dinámica de la Gestión del Tiempo Personal” señaló: “La comunicación humana es la clave del éxito personal y profesional”, siendo necesario que la comunicación sea precisa y congruente, que se tenga la seguridad de transmitir en forma correcta el verdadero mensaje que se desea hacer llegar; pero en la actualidad he notado con absoluta tristeza, que profesionales y hasta con doctorados diversos, desconocen lo que es la sintaxis, que no es otra cosa que el modo de combinar y ordenar las palabras y las expresiones en un discurso.
Recuerdo que, en primero de secundaria, en la materia de español, se llevaba el libro intitulado “Gramática Inductiva de la Lengua Española”, de Miguel Salinas, en el que se definía en verso lo que era la sintaxis, y se señalaba: “Sintaxis es construcción, ya propia, ya figurada; que ordena en forma adecuada, las partes de la oración”, pero en la actualidad, además de no saber redactar ni expresarse con propiedad, también desconocen lo que es la sintaxis.
Viene a comentario lo siguiente, pues en forma muy continua leemos artículos o escuchamos comentarios que por la mala ordenación de las p a l a b ras se pro vo c a n
de conversación siempre se manifiesta que es preciso hablar de lo que se conoce y ya se pensó, pues los comentarios apresurados pueden ser imprudentes.
serias confusiones, como cuando el redactor de un acontecimiento manifestaba: “Me trepé en la escalera hasta el borde de la barda y divisé a un niño junto al caballo como de ocho años de edad”.
En este ejemplo, se trataba de indicar que el que tenía los ocho años de edad era el niño, pero por la mala ordenación de las palabras se expresó lo contrario y el que resultó de ocho años fue el caballo. De igual manera, al expresarnos sin pensar en ordenar correctamente nuestras expresiones, damos a entender cosas inapropiadas.
Muchas veces hablamos innecesariamente, pero insistimos y redundamos y siempre es mejor callar que hablar de lo que no se conoce. Platón nos legó la enseñanza: “Los hombres sabios hablan porque tienen algo que decir; los necios porque tienen que decir algo”.
En cualquier parte es importante que, si vamos a llevar a cabo algunas expresiones, hayamos escogido las palabras con cuidado, buscando la forma de no decirlas en forma ofensiva. Cuando el jefe se percata que un empleado es lento en sus labores, en lugar de decirle: “No quiero que seas tan flojo”, comentarle entusiastamente: “Estoy seguro que tu inteligencia habrá de encontrar la forma de realizar tus labores mejor y con mayor agilidad”.
Es de suma importancia también, asegurar que el lenguaje corporal sea acorde a las palabras que expresamos, pues muchas veces las acciones dicen más que las palabras y si se desea dar alguna indicación evitar siempre señalar a las personas con el dedo índice, eso es de muy mala educación y es hasta agresivo hacerlo así; considerar siempre la enseñanza de Anthony Robbins: -“La forma en que nos comunicamos con otros y con nosotros mismos, determina la calidad de nuestras vidas”.
En toda conversación es necesario el respeto y saber escuchar; existe una frase de Peter Drucker: -“Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que se nos dice”. Considerar que los demás tienen diferentes puntos de vista y reflexionar que entre los conversantes, no existe la misma preparación, educación o cultura, pero siempre es necesario mostrar empatía y ser absolutamente discretos.
Con la reunión de todos estos argumentos, considero que podremos tener con los demás un verdadero tacto para llevar a cabo un magnífico contacto.