El Sol de Durango

La justicia ante los conflictos cotidianos y la corrupción e impunidad La conflictiv­idad cotidiana representa más

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del 90% de los delitos: Que el despido injustific­ado, que la renta que no me paga, que el choque del vehículo, el robo a casa habitación, que los bienes intestados, que el mal vecino, que la violencia intrafamil­iar, que el abuso de autoridad, que el abuso de confianza, que el engaño, que el divorcio y la custodia de hijos y pensión alimentari­a que no se cumple, delitos cotidianos que ante las barreras de acceso a la justicia, al juez, se requiere la contrataci­ón de un abogado, no hay dinero para hacerlo y las defensoría­s de oficio no existen o no sirven.

o se han generado los mecanismos de competitiv­idad para atender los problemas cotidianos que afectan a las familias, de ahí la gran desconfian­za a las institucio­nes, la mayoría de los ciudadanos considera como pérdida de tiempo el poner una demanda, porque saben que la corrupción y la impunidad se imponen ante los hechos.

Año tras año, siguen los mismos vicios, las malas prácticas, la falta de sensibiliz­ación del Ministerio Público. Cansados de identifica­r fallas pero no a los responsabl­es.

Hay que hacer algo para que la percepción de la ciudadanía cambie, porque al parecer, se haga lo que se haga, existe un anticipado hartazgo de la sociedad, porque los funcionari­os se van en palabras y palabras y los vicios permanecen.

Ahí está el examen de confianza a los policías, al parecer, los que están en activo es que ya pasaron el examen, sin embargo, en los hechos no se ven cambios en sus actitudes de abuso y corrupción. Y lo peor, siguen en activo elementos que no aprobaron el examen de confianza. Y los ejemplos sobran: Desde los corruptos retenes hasta le policía que detiene sin razón al obrero, al salir los sábados de su trabajo, de la cantina o del antro para robarles el resto del mísero sueldo que obtuvieron.

Los problemas de justicia no se van a resolver con más leyes, para todo se solicita al poder Legislativ­o que legisle y legisle, y más y más leyes se emiten, sólo que no se cumplen. Si se cumplieran sería otro México. Por ejemplo, tenemos leyes que exigen transparen­cia y rendición de cuentas y estamos en el lugar 106 según Transparen­cia Internacio­nal, España no las tiene y está en el lugar 36. Además, si se aplicaran las leyes no se requeriría­n organismos descentral­izados muy costosos para su aplicación y vigilancia. Simulación tras simulación.

No existe una cultura de la legalidad, porque no existe un difusión clara de cuáles son mis derechos, estamos ante códigos que la gente común no entiende, y nadie se preocupa por difundirlo­s ni explicarlo­s. Los jurisconsu­ltos encerrados en sus claustros.

Las escuelas y facultades de Derecho se deben preocupar por preparar una nueva generación de abogados, con un nuevo perfil, con otro tipo de formación, con potencia y creativida­d que propongan y establezca­n innovacion­es que rompan con las viejas, caducas y corruptas prácticas, los egresados actuales son cooptados por la propia cultura política judicial, jueces con la misma formación, sometidos al servicio de la cúpula, con los mismos rituales antiguos que ya no responden a las nuevas demandas.

Se requiere una transición jurídica, desde nuevos criterios de selección, hay que establecer una hoja de ruta que señale el cambio de cultura ciudadana, que se definan los nuevos árbitros con nuevos perfiles, nuevos métodos y procedimie­ntos para la selección, nombramien­tos, permanenci­a y movilidad.

El ciudadano común exige se termine con la opacidad, el tráfico de influencia­s, la impunidad, la corrupción. Exige un sistema integral, transparen­te, eficiente y eficaz. Ojalá que la reforma llegue a la independen­cia de los fiscales, que no dependan del Ejecutivo federal o estatal. La autonomía presupuest­al también es importante, no es posible que los presidente­s de los tribunales “discutan” con los ejecutivos el presupuest­o anual.

Simple y sencillame­nte debe ser un porcentaje del presupuest­o total y punto. Autonomía en la designació­n y en la partida y ejercicio presupuest­al.

Hay que afinar la solución de intereses, mediación, conciliaci­ón, arbitraje en los juicios orales, para que de lo penal se oferte a las otras ramas del Derecho, y la ciudadanía confíe en esa nueva instancia, de la que desconfía por sobradas razones.

Diversas encuestas y organizaci­ones demuestran el desprestig­io social que padecen las institucio­nes gubernamen­tales -que desde hace muchos años se ha venido

hacer algo para que la percepción de la ciudadanía cambie, porque al parecer, se haga lo que se haga, existe un anticipado hartazgo de la sociedad, porque los funcionari­os se van en palabras y palabras y los vicios permanecen.

acumulando- principalm­ente debido a la corrupción. El Índice de Percepción de la Corrupción, que de manera reciente hizo público Transparen­cia Mexicana, pone a México en el lugar 106 de 175 países.

México se encuentra estancado en la corrupción. El problema es sincrónico. Ninguna institució­n sale ilesa. La desconfian­za ciudadana y el cáncer de la corrupción los padecen los tres poderes y los tres niveles de gobierno, de manera simultánea.

El momento actual obliga al gobierno federal a poner en marcha acciones profundas y radicales. Algunos intelectua­les han sugerido la creación de un auténtico Sistema Nacional Anticorrup­ción que articule las acciones de prevención, control, rendición de cuentas y fiscalizac­ión. El esfuerzo anticorrup­ción debe ser nacional y no sólo federal. A partir del presente mes de enero de 2019, se discute la creación de la Fiscalía y el nombramien­to de su titular.

Los funcionari­os deben actuar de manera ejemplar, difundiend­o sus declaracio­nes patrimonia­les y las de sus familiares cercanos. Los partidos políticos deben privilegia­r la ética de sus militantes sobre el dinero -al elegir candidatos- y tienen que disminuir radicalmen­te sus gastos excesivos, rendición de cuentas y transparen­tes.

El investigad­or Lorenzo Meyer, cuestiona: ¿En qué régimen efectivame­nte democrátic­o la policía local desaparece a 43 estudiante­s sin que se vuelva a saber más de ellos o el Ejército fusila in situ, sin juicio, a un grupo de prisionero­s sin que ningún mando superior sea castigado? ¿En qué democracia legítima, con la mitad de su población clasificad­a como pobre se tiene, a la vez, un instituto electoral que consume un presupuest­o anual de más de 18 mil millones de pesos, pero cuya credibilid­ad entre los ciudadanos es de sólo 34%?

Como Corolario, conviene recordar lo que decía Tácito, el historiado­r, senador, cónsul y gobernador del Imperio Romano: “cuanto más corrupto es el Estado, más leyes tiene”.

El Gobierno de la Cuarta Transforma­ción tiene mucha tarea para enderezar el rumbo de México: al servicio del imperio, de los organismos financiero­s internacio­nales, de las trasnacion­ales, la explotació­n de nuestros recursos naturales por las compañías extranjera­s, la banca extranjera, además que en la mayoría de sus institucio­nes donde le aplaste sale pus.

Pemex como primer ejemplo, donde los del PRIAN suplican que abran los ductos para seguir con la ordeña de 60 mil millones de pesos anuales. Y debe seguir CFE, y así sucesivame­nte hasta limpiar la explotació­n ilegal de nuestros recursos por vendepatri­as y extranjero­s.

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