El Sol de Durango

El hubiera sí existe en el futbol

- POR JOSÉ ÁNGEL RUEDA @ joseangelr­10

En otro de esos viajes a la isla del hubiera, o esa isla que Fernando del Paso llamó la Isla de lo que pudo haber sido, me dio por pensar en todo lo que hubiera sido del futbol mundial si esos hubieras hubieran sido. El viaje fue largo y remoto. Aunque me hubiera gustado ir al Centenario de Montevideo, allá por los años treinta, el primer destino fue Brasil, a ese Brasil de mediados de siglo, e imaginé qué hubiera pasado si Uruguay no hubiera ganado esa tarde inefable en el Maracaná. Y qué hubiera pasado si un pequeñísim­o Pelé no hubiera visto llorar a su padre, y la rabia de la derrota no le hubiera provocado la promesa de vengar el día más triste de todos.

Luego, en ese viaje que hubiera sido, me fui a la catedral del futbol, Wembley, en la final del Mundial de 1966. Y ahí estuve, parado, a los pies de ese césped sagrado. Atrasito apenas de la portería donde el inglés Geoff Hurst remató en la prórroga ante los alemanes. Y donde el balón pegó en el travesaño y picó afuera, por mucho. Y qué hubiera pasado si el asistente lo hubiera visto, y el gol fantasma nunca hubiera existido, siquiera. Y el empate a dos se hiciera largo y los visitantes tomaran una bocanada de ánimos y resistiera­n, y al final ganaran su segunda Copa del Mundo, y ahora tuvieran cinco, como el pentacampe­ón Brasil.

O qué hubiera pasado si cinco Mundiales después, en el 86, en un Azteca repleto, el silbante tunecino Alí Bennaceur hubiera visto la mano de

Diego, y la Mano de Dios no hubiera existido. Entonces los ingleses no se hubieran desconcent­rado y tal vez, acaso, el Gol del Siglo, marcado apenas cuatro minutos después, se habría quedado en los sueños. O si cuatro años más tarde

Edgardo Codesal no cobraba un penal que no era, y Alemania no hubiera sido tetracampe­ona, tampoco, y en cambio Argentina sí que hubiera sido tricampeon­a. O quizá no, porque qué hubiera pasado si Cruyff se hubiera parado en el 78 en ese estadio Monumental donde no cabía ni un alma y le hubiera dado a Holanda su primer campeonato.

En el imponente Olímpico de Berlín, Zinedine Zidane no hubiera dado ese cabezazo a Marco Materazzi en la prórroga ante Italia, y en lugar de caminar a los vestuarios, con la mirada agachada, hubiera caminado al centro de la cancha para levantar su segunda Copa del Mundo.

O el hubiera contendido de Lionel Messi cuando decidió ser argentino y no español, porque a la Argentina la llevaba en la sangre y a España tan sólo en la memoria, y quería vestirse de albicelest­e y no de rojo furia. Si Messi hubiera jugado con España, y si Messi ya tendría un Mundial, o dos.

Si Mejía Barón hubiera metido a Hugo. Si el “Matador” hubiera matado a Alemania. Si Aguirre hubiera dejado a Ramoncito. Si Oswaldo le hubiera parado ese gol imposible a Maxi. Si Osorio no hubiera perdido ese balón en la salida. Si Robben no se hubiera tirado. Si México le hubiera ganado a Suecia.

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