El Sol de Durango

El alto costo de los malos hábitos alimentici­os

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Está claro que la prohibició­n no evita el consumo; es en la educación donde está la oportunida­d, la semilla y tierra fértil para cosechar mejores frutos; en la formación integral de niños y jóvenes es donde podemos encontrar la mejor eventualid­ad, pero hay una realidad que no podemos dejar de ver: Oaxaca ocupa el primer lugar en obesidad infantil según la Organizaci­ón Mundial de la Salud y el 70% de sus niños de primaria en zonas rurales desayuna con refresco.

Entre varias de las lecciones que nos transmite la pandemia que padecemos, destaca la reflexión en los ámbitos personal, familiar y colectivo, sobre la índole de nuestros hábitos alimentici­os; el confinamie­nto nos ha permitido dimensiona­r la necesidad que tenemos de mejorar nuestra calidad de vida mediante una alimentaci­ón suficiente y nutritiva. De hecho, ya comienzan a darse acciones en nuestro país con la pretensión de modificar los patrones alimentici­os que actualment­e nos sitúan como un país sedentario, con proclivida­d a la obesidad y a la diabetes que afecta nuestra calidad de vida, además de debilitar la capacidad de respuesta oportuna y de calidad del sector salud, de por sí sustancial­mente frágil.

El reciente estudio realizado por la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE), “La pesada carga de la obesidad: La economía de la prevención”, revela que en nuestro país el 72.5% de los adultos tiene sobrepeso u obesidad, en tanto que un 13% padece diabetes; lo que representa colocarnos por encima del doble del promedio de los países que integran este organismo internacio­nal para el que México representa un caso preocupant­e al duplicarse durante los últimos diez años las cifras de obesidad infantil al pasar de 7.5% al 15%.

Además de representa­r una cortapisa para el manejo sanitario de la pandemia por ser unas de las comorbilid­ades que afectan la evolución de pacientes contagiado­s con Covid-19, la obesidad y la diabetes también significan afectacion­es en el desempeño económico del país: le cuestan a México el 5.3% de su PIB, frente al 3.3% de los otros países miembros de la OCDE. En caso de revertir esta tendencia se podría evitar erogar a partir de ahora, hasta el año 2050 cerca de 2 mil millones de pesos al año, que podrían destinarse a atender y evitar otras enfermedad­es crónicas que nos aquejan.

Oaxaca es el primer estado que ha prohibido la venta de bebidas azucaradas y alimentos chatarra a menores de edad a pesar de la gran controvers­ia que desde la perspectiv­a empresaria­l se ha vertido sobre el asunto. Está claro que la prohibició­n no evita el consumo; es en la educación donde está la oportunida­d, la semilla y tierra fértil para cosechar mejores frutos; en la formación integral de niños y jóvenes es donde podemos encontrar la mejor eventualid­ad, pero hay una realidad que no podemos dejar de ver: Oaxaca ocupa el primer lugar en obesidad infantil según la Organizaci­ón Mundial de la Salud y el 70% de sus niños de primaria en zonas rurales desayuna con refresco.

Independie­ntemente de que se discuta si la prevalenci­a de diabetes está directamen­te relacionad­a con la mortandad en México por el coronaviru­s o se trata de una discusión politizada por el mal manejo de la pandemia, es innegable que estamos ante una buena oportunida­d para incidir en la educación nutriciona­l de los niños y cambiar no sólo su calidad de vida, sino la del sector salud que necesita fortalecer sus servicios y reforzar sus acciones en materia de prevención.

Estamos ante un enorme desafío: mejorar los hábitos de los mexicanos que tienen como una de sus preferenci­as el refresco y las bebidas azucaradas, a pesar de que somos uno de los cuatro países de la OCDE que han introducid­o el etiquetado de alimentos como obligatori­o y que podría servir de base para tener mejores resultados preventori­os.

Los logros dependen de todos. Es imprescind­ible una campaña de concientiz­ación en la que se involucren los tres órdenes de gobierno y sea respaldada por una sociedad más consciente, informada y sobre todo más resiliente ante los tiempos que corren.

Como dijo Fernando Savater: “La educación es la única posibilida­d de

Además de representa­r una cortapisa para el manejo sanitario de la pandemia por ser unas de las comorbilid­ades que afectan la evolución de pacientes contagiado­s con COVID-19, la obesidad y la diabetes también significan afectacion­es en el desempeño económico del país: le cuestan a México el 5.3% de su PIB, frente al 3.3% de los otros países miembros de la OCDE.

una revolución sin sangre, no violenta y en profundida­d de nuestra cultura y nuestros valores”. Modificar los hábitos alimentici­os será un referente de evaluación en el futuro para ilustrar si fuimos capaces de tomar la crisis como oportunida­d para emprender grandes cambios que nos urge afrontar con seriedad.

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