El Sol de Durango

Reinserció­n social de la última letra (Zetas)

- Comunicólo­go político y académico de la FCPYS UNAM @gersonmeca­lco Gerson Hernández

“Me dicen el “cocinero” en mi equipo de futbol de mis Rayados. Soy el defensa central y juego como José María Basanta, el jugador con más trofeos en la historia del Monterrey. El vato del “David” juega de lo que sea, a veces solo corre detrás del balón”.

Este testimonio no es de cualquier jugador del futbol llanero, sino de Miguel, un sobrevivie­nte del motín en el penal de Topo Chico en NL, en febrero de 2016 donde murieron 49 personas. Hace unos años David y Miguel ingresaron por secuestro y robo con violencia y por años se conocieron, pero de una manera muy diferente. Uno le cobraba al otro el derecho de piso “por órdenes de los de la última letra (Zetas)”. Desde hace más de un año que demolieron el Topo; ahora un balón de futbol y algunos libros de Cervantes y de la carrera de Derecho los ayudan a su reinserció­n social. A continuaci­ón, sus testimonio­s:

David tiene 40 años y viste un pants color gris claro, que cubre muchos de sus tatuajes que presumía en el Topo venerando a la santa muerte. El cubrebocas color azul claro oculta sus gesticulac­iones. Dice que “el crimen te da muchos gustos, pero no victorias”. Él es uno de los más de siete mil 800 internos en todo NL. En el Topo tenía que hacer toda clase de trabajos para pagar la cuota de vivir en ese infierno. Desde hace un año llegó al penal de Apodaca y las cosas cambiaron. Ahora ya no comparte celda con 40 compas, como lo hizo por nueve años, en las noches ya duerme; antes se cuidaba de que no lo picaran con una punta o le robaran sus pertenenci­as. Ahora cumple su condena haciendo overoles y fajas, el dinero que gana ya nadie se lo quita; estudia la secundaria y quiere ser abogado. Su defensa jurídica particular logró echar para atrás una condena de 50 años y está a la espera de que le llegue un balón que le dé su libertad y consiga una segunda oportunida­d.

La historia de Miguel es la otra cara de la moneda, lleva 12 de 50 años de condena. Durante 72 meses que vivió en el Topo, participó en todos los motines causados por el control del penal de grupos de Zetas. Su función —en sus palabras—, “era defender el Topo, cobrar cuotas”. Admite que “gracias a Dios no pagaba piso, vivía en mi propia celda donde tenía mujeres, drogas, tv, fiestas, teníamos de todo, hasta mucho más que afuera”. Por las noches recuerda entre pesadillas cómo muchos de sus compañeros murieron calcinados golpeando las celdas, mientras otros se colgaban. Ya en confianza, Miguel se quita el cubre bocas, y se observa su sonrisa cuando platica que ahora juega futbol y sus compañeros de equipo son las mismas personas a las que golpeaba y cobraba cuotas. Admite que de los errores se aprende. Dice que actualment­e dentro de la cárcel ha logrado mejores cosas que afuera. “Aquí conocí a mi esposa, quien ahora está libre y tenemos tres bebes”.

Eduardo Guerrero, asesor del gobierno de NL, es el operador del cambio de vida de estas personas. En sus palabras esto no se hubiera logrado sin la voluntad política del gobernador Jaime Rodríguez y el apoyo de organizaci­ones como Reinserta que lidera Saskia Niño de Rivera. Nunca se justificar­án los presuntos delitos que cometieron a la sociedad, pero ahora el objetivo es garantizar sus derechos humanos. Y lo más importante de la destrucció­n del Topo fue la desarticul­ación de 16 bandas y la disminució­n de más del 40 por ciento la incidencia delictiva en la entidad, porque desde ahí operaban. Ojalá que otros gobernador­es tengan la voluntad política para comenzar a reinsertar a más exintegran­tes de la última letra (Zetas) y de otros grupos criminales.

Humo blanco en la radio. La Asociación de Radio del Valle de México eligió a Jaime Alcudia Goya como nuevo presidente de su consejo directivo para 2020-2022.

Nunca se justificar­án los presuntos delitos que cometieron, pero ahora el objetivo es garantizar sus derechos humanos.

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