El Sol de Durango

EXILIO ESPAÑOL

- SONIA ÁVILA

México y España están ligadas más allá de la historia del “descubrimi­ento” o la “conquista”; los ciudadanos de aquel país han hecho a éste un gran aporte, no sólo en lo material y de producción de obra, sino también un cambio en el pensamient­o y concepción del propio mexicano y su cultura a partir de la presencia española

Cuando el buque Sinaia atracó en el puerto de Veracruz, tras 19 días en altamar, Lucinda Urristi olió la libertad. El viento fresco, el mar ajetreado y la tierra caliente la golpearon de frente luego de pasar años huyendo de la guerra civil española. A sus 10 años de edad, la pintora nacida en Melilla, España, entendió que ese viaje no tenía boleto de vuelta y la tierra que la recibía, junto a su familia, sería su nuevo hogar.

El gobierno mexicano la envió a la Ciudad de México donde se empleó en una fábrica de muñecos de peluche. Ella rellenaba y cosía a mano las patas de los osos. En ese momento no imaginaba que sería una de las pintoras representa­ntes de la Generación de la Ruptura y una suerte de herencia española en el país que la adoptó.

Fue en 1939 cuando llegaron a México cerca de 25 mil refugiados españoles, de ellos alrededor de cinco mil eran intelectua­les –artistas, escritores, académicos, científico­s, profesores, ingenieros- quienes legaron una herencia cultural al país. No sólo un aporte en el sentido de producción de obra, sino también un cambio en el pensamient­o y concepción del propio mexicano y su cultura a partir de la presencia española.

“Recuerdo el Sinaia, la escalinata para subir, ahí venía la orquesta de Madrid y en las tardes después de la hora de la comida había conciertos o conferenci­as de Susana Gamboa ilustrándo­nos cómo era el México que íbamos a encontrar. México era el único país junto con Rusia que nos abría las puertas, nadie en el mundo nos aceptaba.

“Cuando llegamos, pude intuir que ya no eran encierros en campos de concentrac­ión ni saltar de un lado a otro, sino que llegamos a un lugar para quedarnos. Un lugar que nos acogía con calor, el aire, el cielo, el mar me dio un sentido efectivame­nte de libertad y de seguridad, llegamos a un lugar para quedarnos y no volver”, rememora Urrusti en el documental que recopila su vida y obra, y ahora recorre los festivales de cine europeos.

RECONFIGUR­ACIÓN DEL MEXICANO

Si bien los primeros años fueron complejos para la comunidad española en México, pues en la cotidianid­ad no eran aceptados por toda los mexicanos, de inmediato se emprendió la tarea de echar raíces. Su primera acción fue fundar la Casa de España, dirigida por Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas, quienes en 1940 la convirtier­on en el actual Colegio de México; también se creó el Ateneo Español, el Fondo de Cultura Económica, escuelas de educación básica como el Colegio Madrid, además de colaborar en la UNAM y el IPN.

Destaca la labor de Joaquín Díez-canedo, considerad­o como el editor por excelencia de la literatura mexicana. Fundó en 1962 su editorial Joaquín Mortiz, la primera casa independie­nte mexicana con 20 años de trayectori­a. Y sobresalen profesores e investigad­ores eméritos que se unieron al proyecto universita­rio co

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ALEJANDRO OYERVIDES

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