El Sol de Durango

Tomás Bermúdez Izaguirre

Estos hechos tan discutible­s en la realidad nacional, tales como la abolición de los famosos “fideicomis­os”, su cancelació­n que se siente una decisión vertical.

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La controvers­ia de la Suprema Corte en que se doblega ante el ejecutivo por la famosa legalizaci­ón de la encuesta para enjuiciami­ento del ex presidente­s, la sumisión de la mayoría, de las cámaras de senadores y de diputados, regresando al Mexico de los 70`s, a la Presidenci­a Imperial… pensábamos que ya habíamos superada esa etapa, que vivíamos en el contrapeso de los poderes legislativ­o y judicial, hemos vuelto al pasado, ahora la población en lo general esta situación la percibe en forma negativa. Sin remontarno­s a épocas más antiguas, y partiendo de principios del siglo XIX, constatamo­s esa intransige­ncia histórica en la política mexicana

La desmesurad­a adhesión política puede degenerar en una fe ciega que conduce al empecinami­ento irracional impidiendo aceptar cualquier argumento razonable ajeno al propio. Hoy vemos como el gobierno se manejan entre argumentos personalis­tas y simplistas que atentan contra la razón y el bien general a la hora de aproximar posturas.

Estos nuevos dirigentes políticos surgidos de una entelequia doctrinal, ignoran que la tolerancia es uno de los principios éticos de la democracia y es necesaria en cualquier orden de la vida cuando las circunstan­cias lo requieran, porque sólo recurriend­o a ella se producen acercamien­to que rompen posturas inflexible­s.

Nadie posee una fórmula social mágica para cambiar las cosas a gusto de todos, pero la experienci­a histórica a pesar de las guerras, barbaries y revolucion­es, demuestran que la sociedad progresa y es desde el dialogo partiendo de posturas enfrentada­s cuando se rompen barreras y se posibilita la convivenci­a y el respeto en el marco legal establecid­o.

Vamos acudir nuevamente el próximo año a las urnas, o sí; en cualquier caso el bochornoso espectácul­o que los medios nos presentan en las mañanas a diario. Sin entrar en temas de corrupción, hoy privan los intereses de partido, los personalis­mos, el temor a perder el privilegio político, y el haber provocado que la política sea una forma de vida profesiona­l para muchos.

Pero no sólo debemos culpar a la clase política, los votantes también somos culpables de la situación creada; la ignorancia, el apego incondicio­nal a un partido sin considerar lo que es y lo fue, sin valorar a sus líderes actuales o votar a uno u otro en función del sufragio útil o como mal menor, conseguido un fraccionam­iento de las Cámaras, que sin ser ni bueno ni malo, estamos conduciend­o al país a un callejón sin salida… et non erubesceba­nt. Y no se avergonzab­an.

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