El Sol de Durango

Ricardo López Pescador

Las desventaja­s históricas que afrontan las mujeres del medio rural

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en materia económica, cultural y social, así como de diversa índole, se han acrecentad­o con la emergencia sanitaria: la falta de atención médica, el rezago educativo, el nulo acceso a esquemas productivo­s, la violencia cotidiana, la discrimina­ción, el racismo sistémico y la pobreza estructura­l, todo este conjunto de adversidad­es conforman un cuadro cuyas dificultad­es encara de manera cruda un solo segmento de nuestra sociedad como las mujeres que habitan en el medio rural.

Las féminas del campo mexicano que luchan por su sobreviven­cia en zonas poco comunicada­s, apartadas del desarrollo urbano del país, no son dignas de una política social dirigida a ellas, de tal suerte que para ellas el respaldo institucio­nal es una ilusión; no hay una estrategia definida que las ayude a enfrentar con herramient­as de superación el difícil entorno social.

De acuerdo a cifras de la ONU, se estima que las mujeres rurales representa­n más de un tercio de la población mundial y el 43% de la mano de obra agrícola. En México, los datos oficiales revelan que de los 61.5 millones de mujeres, el 23% habitan en localidade­s rurales y representa­n el 34% de la fuerza laboral.

A partir del 18 de diciembre del 2007 la Asamblea General de la ONU estableció el 15 de octubre como el “Día Internacio­nal de las Mujeres Rurales”, teniendo como objetivo que los gobiernos identifiqu­en la problemáti­ca, las barreras socilaes, culturales y económicas de las mujeres del campo para generar soluciones desde distintas perspectiv­as, establecie­ndo el apoyo obligatori­o del Banco Mundial y el Fondo Internacio­nal de Desarrollo Agrícola (FIDA) para este fin.

El eje del Día Internacio­nal de las Mujeres Rurales 2020 está orientado a la importanci­a de construir resilienci­a al cambio climático a raíz del Covid-19. El Gobierno de México a través de la Secretaría

de Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano (SEDATU) por su parte, promovió la importanci­a de que las mujeres rurales sean propietari­as de sus tierras. El pasado 15 de octubre benefició a más de 600 de ellas con títulos de propiedad para iniciar a saldar en algo la deuda histórica respecto de la negación reiterada de su acceso al patrimonio de tierras laborables, sin embargo, la brecha por el acceso a la tierra y a los derechos agrarios es amplía: sólo el 6% participa en los órganos de dirección de sus ejidos.

frente a esos escuálidos avances, FAO

México hizo un llamado para construir resilienci­a para las mujeres rurales y crear conciencia sobre sus luchas. Destacó que si las mujeres de las zonas rurales tuvieran la misma oportunida­d que los hombres en la producción agrícola, aumentaría sustancial­mente la producción de alimentos, con lo que se reduciría notablemen­te el número de personas con hambre en todo el mundo.

Conocemos testimonio­s de mujeres que viven en zonas urbanas que están enfrentand­o la emergencia sanitaria. Sus dificultad­es nos llenan de compromiso y solidarida­d, sin embargo, es importante no olvidar que hay otros testimonio­s, los que no escuchamos en los medios de comunicaci­ón, que reflejan los infortunio­s de todas esas mujeres que hoy luchan desde zonas muy apartadas: no viven con agua potable, alimento suficiente, carecen de informació­n y no tienen acceso a servicios de salud básicos para cuidar de ellas y sus familias.

Las mujeres son promotoras del cambio y su decidida contribuci­ón genera comunidade­s productiva­s y fuertes, por lo que es indispensa­ble escucharla­s, atender sus demandas y respetar sus derechos.

Las mujeres rurales son indispensa­bles en México y en el mundo. Ellas transforma­n nuestras comunidade­s, impulsan el desarrollo y participan en la seguridad alimentari­a.

No atender o desdeñar sus necesidade­s es falta de visión, de compromiso social con quienes menos tienen; ellas no esperan una ayuda asistencia­lista, lo que solicitan son oportunida­des para producir, para trabajar, para contribuir al desarrollo de sus comunidade­s y del país. Gobierno que las ignora es un gobierno con miopía; mientras que gobiernos que las estimulan e impulsan con políticas públicas visionaria­s, de inmediato aumentan su productivi­dad, ahí estan los ejemplos de China e India, entre otras naciones.

Es imprescind­ible que se establezca­n cuanto antes políticas de impulso a las mujeres rurales: “Ellas labran la tierra, plantan las semillas y alimentan a las naciones”.

El eje del Día Internacio­nal de las Mujeres Rurales 2020 está orientado a la importanci­a de construir resilienci­a al cambio climático a raíz del Covid-19. El Gobierno de México a través de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano (SEDATU) por su parte, promovió la importanci­a de que las mujeres rurales sean propietari­as de sus tierras.

De acuerdo a cifras de la ONU, se estima que las mujeres rurales representa­n más de un tercio de la población mundial y el 43% de la mano de obra agrícola. En México, los datos oficiales revelan que de los 61.5 millones de mujeres, el 23% habitan en localidade­s rurales y representa­n el 34% de la fuerza laboral.

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