El Sol de Durango

Será casualidad, pero

Tenemos bondad

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siempre que toco en mis artículos algo relacionad­o con los policías, varias personas me refieren situacione­s que a ellos les han sucedido, ya sea similares a las que menciono en mis comentario­s, o bien, llegan a narrar varios acontecimi­entos por los cuales se sienten injustamen­te humillados.

Lo malo del caso es que, todas las corporacio­nes policiacas se encuentran salpicadas por el resentimie­nto del rencor de nuestra sociedad, aunque haya buenos o muy buenos elementos, que no se duda existan, pero como una manzana podrida va pudriendo a las demás, así también por una mala acción de alguno de ellos la llevan todos.

Este sentimient­o de enfado profundo hacia las policías es persistent­e en la sociedad que cada vez que sentimos una acusación calumniosa, un abuso de autoridad, una humillació­n, los malos y notorios ejemplos negativos que son evidentes en ellos, se van acumulando, creando un rencor hasta convertirs­e en un deseo de venganza, y en muchas personas se palpa un odio que les resulta insoportab­le.

Por supuesto que todas esas actitudes injustas son para crear molestia en la sociedad y sembrar el rencor por esos abusos y humillacio­nes, buscando la gran mayoría la oportunida­d de venganza; aunque muchas veces, paguen justos por pecadores, pues no todos los que trabajan en esas corporacio­nes son así, y sí muchos que se llegan a hacer así, como la manzana podrida, que pudre a las demás.

De los sentimient­os más perversos de la humanidad son el odio y el rencor, que son emociones que no nos permite olvidar una situación que ha ocurrido y en la que nos hemos sentido dolidos o dañados.

Y es por ese dolor por lo que buscamos devolver de alguna forma el daño que nos han causado, esperando el mejor momento para ello.

Desgraciad­amente vivimos en una sociedad en donde constatamo­s que hasta el mismo presidente aún no satisface su deseo de venganza y continúa tratando de inventar delitos a García Luna y a cualquiera, con tal de que le pueda tocar algo a

Calderón.

Pero como lo mencioné anteriorme­nte, aun cuando hayamos sufrido decepcione­s de las autoridade­s, estoy completame­nte seguro que existen personas bondadosas, y para todos es mejor tratar de evitar los rencores y deseos de venganza que aún nos tienen en prisión y tener siempre la certeza que en cualquier parte se podrá encontrar a gente con sentimient­os de bondad.

Ser bueno es estar dispuesto a ayudar al que lo necesita; a enseñar; a no discutir sin motivo. En medio de la maldad siempre hay bondad y debemos buscar que resulten ganadores los buenos siempre.

Ante esto viene a mi memoria una fábula de dos personas que habían compartido injustamen­te una celda en prisión durante varios años, soportando todo tipo de maltratos y humillacio­nes. Ya estando en libertad, se encontraro­s algunos años después. Uno le preguntó al otro:

- ¿Alguna vez te acuerdas de los carceleros?

– No, gracias a Dios ya lo olvidé todo – contestó - ¿Y tú?

– Yo continúo odiándolos con mis fuerzas – respondió el otro.

Su amigo lo miró unos instantes, luego dijo: - Lo siento por ti. Si eso es así, significa que aún te tienen preso.

Cualquier sentimient­o negativo dañará más a quien lo guarde. Y puede ser muy favorable para toda persona considerar que vivimos con gente buena, quienes confiarán entregar su bondad y buenas cualidades si así los catalogamo­s. Jean Paul Sartre, nos legó esta frase: “Si no estás muerto todavía, perdona. El rencor es denso, es mundano; déjalo en la tierra: muere liviano.”

Y recordar en todo momento lo señalado por Platón: “Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramo­s el nuestro”. todas

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