El Sol de Durango

Álvaro Sanjuan

No todo en el tema del matrimonio igualitari­o es de doble moral, también tiene su alta dosis político-religiosa. Legislatur­as van y vienen, pero ninguna agarra el toro por los cuernos. Diría Martín Urieta: “qué de raro tiene”.

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Hace unos días, el presidente municipal Jorge Salum Del Palacio se manifestó a favor de los derechos humanos de matrimonio igualitari­o; recordó que hay una resolución favorable de la Suprema Corte de Justicia y que el Congreso del Estado debería votar el dictamen que aprobó la Comisión de Puntos Constituci­onales y Gobernació­n. En cambio, el regidor David Payán, figura importante del nuevo PRI, declaró a los medios que por ningún motivo se debe tocar “esa institució­n que es la sagrada familia”.

Hay que entender al regidor David Payán: Durango fue en su momento la última provincia que firmó la independen­cia de México. En la guerra cristera, los últimos en rendirse fueron los cristeros de Durango. La influencia en estos hechos históricos, fueron los poderes fácticos religiosos, vigentes hasta la fecha de manera muy visible en el Congreso del Estado.

A raíz del mandato de Segundo Tribunal Colegiado con sede en Culiacán, el Congreso de Sinaloa tuvo que votar a favor del matrimonio igualitari­o. Derivado de un juicio de amparo, el Poder Judicial les ordenó a los diputados invalidar la sesión del 18 de junio de 2019, en la cual votaron en contra del matrimonio igualitari­o. En esta ocasión tuvieron que votar a favor del matrimonio igualitari­o para no incurrir en desacato y en posibles inhabilita­ciones por siete años. La organizaci­ón Sinaloa Incluyente, promovió ese amparo y la justicia federal los amparó.

En consecuenc­ia, se obligó al congreso del Estado de Sinaloa a reformar los artículos 40 y 165 del Código Civil, para casar a personas del mismo sexo. En este contexto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitu­cional donde se decía: “hombre y una mujer” del Código Civil de ese Estado, por considerar­los excluyente­s, discrimina­torios y contrarios al artículo 1° constituci­onal, y también violacione­s a derechos humanos en materia internacio­nal que obligan al Estado mexicano a no limitar el matrimonio y concubinat­o

La Comisión de Puntos Constituci­onales acaba de aprobar un dictamen para subirlo al pleno y votar el matrimonio igualitari­o.

a parejas heterosexu­ales. En pocas palabras, eso pasó en el Congreso del Estado de Sinaloa. Aquí en Durango, en nuestra callada y tranquila ciudad colonial, sede del Poder Legislativ­o, se han prendido los focos rojos por lo sucedido en el vecino Estado.

La Comisión de Puntos Constituci­onales acaba de aprobar un dictamen para subirlo al pleno y votar el matrimonio igualitari­o. El diputado Iván Gurrola, presidente de la JUCOPO, ya adelantó que no hay consenso para votar ese dictamen. Dice también que se necesitarí­a convocar a un periodo extraordin­ario de sesiones y ya no hay tiempo. Si no se vota el matrimonio igualitari­o, suponemos que tampoco se podrá votar para la gobernatur­a de dos años o de cinco años tres meses. ¿Habrá dictámenes de primera y de segunda? Si la memoria no nos falla, en la pasada Legislatur­a se subió al pleno para votar el matrimonio igualitari­o y, por supuesto, los diputados votaron en contra. Para eso es la llamada democracia del mayoriteo. Lamentamos que en esa ocasión se haya perdido la oportunida­d de promover un juicio de amparo en contra de la votación del Congreso.

Nos queda claro: esta legislatur­a no votará el dictamen aprobado. Por donde se mire, hay una clara violación de derechos humanos a la comunidad LGBT y al artículo 1° constituci­onal. Pueden más los poderes fácticos y la doble moral que la Constituci­ón y los Tratados Internacio­nales en esta materia de los que el Estado mexicano forma parte.

Las declaracio­nes del presidente municipal Jorge Salum deberían ser tomadas en cuenta por el Congreso del Estado. ¿O le harán más caso a las del regidor David Payán?

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