El Día Cero para la democracia
El Zócalo de la Ciudad de México tiene capacidad para 1.2 millones de personas cuando la marcha la convoca Morena, pero si convoca la oposición sólo reportan 90 mil asistentes. No nos debería sorprender que lo mismo ocurriese en los medios estatales, todos financiados en mayor o menor grado por el gobierno.
Lo que sí sabemos de cierto es que la convocatoria se replicó en 115 ciudades del país y algunas del extranjero, movilizando a cientos de miles de personas que simpatizan con un proyecto de nación en el cual la Ley sí sea la Ley, en el que el gobierno no tenga injerencia en el proceso electoral y respete el voto, en el que quien pierda reconozca su derrota, en el que no se utilicen los programas sociales con fines electorales, en el que los derechos de las minorías sean reconocidos
Los mexicanos hemos salido a las calles para exigir al gobierno que no intervenga en el proceso electoral en cuatro ocasiones. La primera fue en abril de 2004 cuando el presidente Fox impulsó un juicio de procedencia contra el entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México. En contra de sus intereses partidarios, el presidente Fox demostró ser un demócrata acatando la voluntad popular con los resultados que conocemos. A diferencia del 2004, el gobierno actual no da acuse de recibido.
A pesar de todo, es palpable su descontento. Más allá de la guerra de cifras, ayer alguien dio la orden de que no se izara la bandera nacional en el asta del Zócalo de la Ciudad de México y también de que se aprovechara la audiencia televisiva atenta al mensaje de Lorenzo Córdova para enlazar, sin corte de por medio, la ceremonia de investidura de la candidata oficial.
La marcha de hoy no es el último episodio de una serie que termina, al contrario, el 18 de febrero del 2024 pasará a la historia como el Día Cero para la democracia en México en el que todos somos protagonistas.
Sobre la movilización de ayer, 18 de febrero, lo primero que debo apuntar es que la participación ciudadana, libre e informada, superó con creces las expectativas de los organizadores. ¿Cuántas personas se movilizaron? Quizá nunca lo sepamos y les digo por qué.