El Sol de Durango

La dicha de trabajar por la paz

Al término de la segunda guerra mundial, en el año 1945 se formó la Organizaci­ón de las Naciones Unidas /ONU) bajo el lema: “Para que las próximas generacion­es sean libres del azote de la guerra”. Desde entonces, no ha habido un solo día de paz en la tier

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Hay una gran diferencia entre una tregua y la paz. Una tregua significa sencillame­nte que los contrincan­tes no disparan durante un tiempo. Si evitamos el conflicto a costa de sacrificar la verdad estaremos comprometi­endo nuestros principios y no tendremos paz ni mucho menos. Obtendremo­s una sencilla “tregua”, un alto al fuego, una “guerra fría”. El tiempo necesario para volver a cargar.

Para que en lugar de tregua haya paz, se necesita la justicia. La paz no se busca nunca a expensas de la justicia. Usted no ha conseguido la paz entre dos personas a menos que hayan visto el pecado, el error y el mal de su amargura y odio, y se hayan propuesto llevarlos ante una autoridad competente y arreglar las cosas.

No se puede divorciar el concepto de la paz de la justicia, así lo dice el salmista: Ciertament­e cercana está su salvación a los que le temen, para que habite la gloria en nuestra tierra. La misericord­ia y la verdad se encontraro­n; La justicia y la paz se besaron. La verdad brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos. (Salmos 85:9-11 RV60).

¿Quieres experiment­ar la dicha de trabajar por la Paz? Ser un pacificado­r no significa evitar el problema; es meterse justo en el centro de él e intentar buscar una solución justa. La paz se produce cuando se conoce la verdad, el tema ha quedado resuelto y las partes se abrazan la una a la otra. La paz no es sencillame­nte detener la guerra; la paz es crear la justicia que hace que los enemigos se reúnan en amor.

El famoso saludo judío “Shalom” significa mucho más que ausencia de conflicto; es un genuino deseo de paz: “espero que tengas toda la justicia y bondad que Dios puede dar”. En el sermón del monte nuestro Señor Jesucristo dice de sus discípulos que son “dichosos”, porque “trabajan por la paz”. (Mateo 5:9) Dios no promete que habrá paz en el mundo, pero sí que podemos experiment­ar la dicha de trabajar por ella.

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