FUTURO Y MUNDIAL
El día de ayer nos desayunamos con la noticia de que México había sido designado como una de las sedes conjuntas del Campeonato Mundial de Futbol de 2016 junto con Estados Unidos y Canadá. Por primera vez en la historia el campeonato se desarrollará en tres países. Habrá quien diga que eso se debe al marketing y al espectáculo. Y puede ser que sí aunque tiene otra connotación: me refiero a la geopolítica.
El concepto de geopolítica surge al inicio del siglo XX, pero es hasta ahora que se entiende como una ciencia que estudia los acontecimientos mundiales y que repercuten en la economía, la seguridad, el comercio, la salud pública y ahora vemos que también el deporte.
Muchos líderes en la época del apogeo del socialismo evitaron usar este concepto y prefirieron llamarlo o identificarse como “bloque socialista” o “bloque de países tercermundistas” como nos solían llamar co- mo país.
Con la designación de México como sede conjunta del evento mundialista se confirma la importancia del país como una nación que tiene gran peso en la región de Norteamérica. No solo estamos renegociando los términos del tratado de libre comercio TLCAN, estamos definiendo el futuro de los negocios con Estados Unidos y Canadá. Eso implica las políticas fiscal, migratoria, laboral y de intercambio comercial e industrial. Esa es la realidad. México ya está jugando en las grandes ligas del comercio mundial, se ha vuelto actor importante en la geopolítica.
Esa condición nos obliga a razonar sobre el liderazgo que México merece y la necesidad de esa histórica definición nos corresponde solo a nosotros, los ciudadanos. La FIFA nos califica como una nación con los tamaños y méritos suficientes para merecer ser sede del mundial.
En próximo uno de julio habremos de decidir qué camino debe seguir nuestro país: seguir caminando hacia la modernidad y el crecimiento o regresar a un pasado populista que resquebraja a los países y hace que sus haber ares vivan la catástrofe económica, social, de derechos humanos y política.
México merece un líder que garantice las libertades, todas. Que de garantía a los mexicanos de propiedad de sus bienes e inversiones. México requiere de un líder que haga que el patrimonio público y el patrimonio privado coexistan para el progreso. México requiere de un líder con valores morales y con autoridad, que posea conocimiento, experiencia y talento. México necesita un líder que le dé estabilidad de largo plazo a nuestro país. México merece ser potencia mundial. México necesita a un líder, no a un mesías populista ni a ningún personaje arrogante ni soberbio.
El debate del martes pasado nos demostró quién es ese líder que necesitamos: se llama José Antonio Meade Kuribreña. Pensemos y razonemos. El mundial de 2026 nos da esa señal de visión a futuro en la geopolítica que a los que se llaman redentores no les gusta. De verdad, el futuro está en nuestras manos. El futuro igual es acervo. México nos lo exige y el mundo nos llama.