El Sol de Hidalgo

El solsticio de verano

- Francisco Fonseca Premio Nacional de Periodismo Fundador de Notimex pacofonn@yahoo.com.mx

Dentro de

unos días llegaremos al solsticio de verano. Estamos pues, en la época ideal, ni calor ni frío, temperatur­a agradable, tal vez tiempo de vacaciones, de vagancia, de relajación.

El término solsticio proviene del latín “sol” y “sistere”, y significa que el sol está quieto, se mantiene. El día del solsticio de verano tiene el mayor período de luz del día (o sea, es el día más largo del año); la excepción son las regiones polares. Los círculos polares marcan las zonas de la tierra donde el Sol no se pone (verano) o no sale (invierno) durante 24 horas, al menos una vez año.

Sin embargo, la naturaleza se ha vuelto impredecib­le. Hace años- no muchosnues­tros ancestros podían medir, con la sabiduría de quienes trabajan de sol a sol en las actividade­s del campo, el paso rítmico del tiempo, la llegada de las lluvias bienhechor­as, los efectos de las estaciones en las cosechas, el tipo de productos agrícolas que debían sembrar en cada época del año.

Los datos históricos revelan que los desolados parajes del desierto del Sahara eran -hace tres mil años- fértiles sabanas sembradas de lagos que se beneficiab­a de las abundantes lluvias llegadas del Océano Índico. Todo hace suponer que, debido a un grave cambio climático, las únicas lluvias que recibe ahora el Sahara, provenient­es del Mediterrán­eo, no son suficiente­s para el desarrollo de la vida y el desierto ensancha fatídicame­nte sus dominios.

¿Qué fenómenos climáticos pueden causar oscilacion­es térmicas que se reflejen en las sequías y las precipitac­iones descontrol­adas, como las que provocan El Niño y La Niña?...

A principios del siglo 20, un astrónomo yugoslavo, Milutin Milankovic, sugirió que los cambios climáticos que han dado lugar a las glaciacion­es debían estar relacionad­as con las variacione­s del movimiento de la Tierra alrededor del Sol. Postulaba Milankovic que los cambios de inclinació­n del eje terrestre y los cambios de excentrici­dad de la eclíptica terrestre eran

causantes de las variacione­s de insolación y, por supuesto, de todos los cambios climáticos. De esta forma estableció una teoría llamada variacione­s orbitales o ciclos de Milankovic.

Los cálculos del científico son acertados. En muchas partes del mundo existe un ciclo de unos 20 años de duración, en el que se alternan períodos lluviosos y secos. Estos ciclos podrían ser la causa de las fuertes sequías como las que afectaron a la mayor parte de los países del África septentrio­nal.

Si a esto agregamos el creciente deterioro del medio ambiente por el uso indiscrimi­nado de combustibl­es fósiles y la deforestac­ión, entre otros factores, debemos estimar el incremento de los períodos de sequía e inundacion­es. Uno de los más grandes climatólog­os del mundo, autor de más de 360 publicacio­nes sobre el tema este respecto, fue el doctor Hermann Flohn, de la Universida­d de Bonn. Flohn pensaba que, además de la expansión de las zonas áridas, veríamos la fusión de la totalidad de los hielos árticos y de gran parte del casquete polar de la Antártida, con un aumento del nivel del mar superior a los 50 metros. Parece de ciencia ficción ¿no es cierto?... Bueno, tampoco creíamos en la posibilida­d de que un ser humano pisara suelo lunar o en la clonación de animales.

El solsticio de verano ha sido reconocido y celebrado por muchas culturas a lo largo y ancho del mundo. Egipcios, incas, mayas, etc., fueron civilizaci­ones que construyer­on sus grandes manifestac­iones de vida e base a la observació­n de los cielos.

La atmósfera y el océano de la Tierra actúan como barrera para el calor, absorbiend­o y reflejando los rayos solares. Aunque el planeta absorbe gran cantidad de los rayos solares en el solsticio de verano, se necesitan varias semanas para liberar esa energía. Como resultado, los días más calurosos en el hemisferio norte coinciden en junio, julio y agosto.

Para muchas culturas modernas, los solsticios y los equinoccio­s ya no son tan importante­s. Las únicas personas que “realmente prestan atención a lo que ocurre en el exterior de forma regular son los neopaganos (aquellos que han reivindica­do religiones antiguas) y los agricultor­es, en muchos países, porque es importante para las estaciones de cultivo y de cosecha”, explica Jarita Holbrook, una exastrónom­a cultural de la Universida­d de Arizona, en Tucson.

“El calendario era muy importante, mucho más de lo que lo es ahora”, afirma Ricky Patterson, un astrónomo de la universida­d de Virginia. “La gente quería saber qué era lo que iba a pasar, para poder estar preparados”.

Pero en la actualidad, somos una cultura mucho más de interiores, por lo cual tenemos menos conexión con el cielo. Es decir, ahora tenemos conexión entre nosotros.

Para mi siguiente colaboraci­ón trataré de explicar cómo los días de calor producen tal virulencia en el ser humano que afecta sensibleme­nte su carácter produciend­o reacciones que los demás miran sin comprender.

El solsticio de verano ha sido reconocido y celebrado por muchas culturas a lo largo y ancho del mundo.

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