El Sol de Hidalgo

Lo humanament­e posible

- Raúl Carrancá y Rivas @RaulCarran­ca www.facebook.com/ despacho.raulcarran­ca

El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se refirió a un tema que aparte de su contenido teórico y filosófico tiene enorme repercusió­n social. Al participar en el Segundo Diálogo por la Paz les dijo lo siguiente a los familiares de personas desapareci­das y asesinadas en los últimos años:

“Haré lo humanament­e posible por alcanzar la paz en el país. Siempre digo lo que pienso: olvido no, perdón sí. Ese es un planteamie­nto, respeto a los que dicen ni perdón ni olvido. Yo tengo otra convicción y podemos ponernos de acuerdo”. Palabras claras, directas, a mi juicio absolutame­nte honestas y que revelan por sí solas que el Presidente electo no busca solo, digamos, congraciar­se con aquéllos familiares. El tema por supuesto es muy delicado, ya que atañe a las fibras más hondas de la sensibilid­ad de las víctimas indirectas de esas atrocidade­s. Pero en el caso se impone la verdad. Yo comparto la idea de que para alcanzar la paz en el país hay que perdonar aunque no olvidar. No olvidar implica que se investigue­n los hechos criminales y que a los responsabl­es de los mismos se los someta a juicio, a proceso, con su consecuent­e castigo o pena. Aunque perdonar es requisito indispensa­ble para consolidar la paz eliminando de suyo el rencor que, desde el punto de vista social, mina las bases de la paz. Sin embargo no puede haber paz con rencor social, paz que es alcanzable si el olvido es memoria jurídica y “humanament­e se hace justicia”.

Ahora bien, es imprescind­ible entender el contenido de lo “humanament­e posible”. Desde luego nada tiene que ver esto con la impunidad, con la declinació­n o renuncia del Estado -con su función punitiva- para impartir justicia. Cometido un delito su consecuenc­ia jurídica es la pena. Lo que pasa es que la justicia, para decirlo con el menor vigor filosófico, es algo terreno que se imparte por hombres, por seres humanos; añadiendo que la Justicia -ahora con mayúscula- es un valor relativo y no absoluto como todo valor aplicado en el mundo en que vivimos. ¿Dónde están, por ejemplo, la belleza, la bondad, la gratitud, la prudencia absolutas? El ideal es otra cosa en el mundo abstracto de los valores, pero en la realidad es y ha sido siempre una meta a alcanzar, un fin; siendo que lo más perfecto en la especie es

siempre una aproximaci­ón a ese valor absoluto. Así entiendo lo de “humanament­e posible”; asunto de lo más complejo en universida­des y, obviamente, en facultades de Derecho. La gran pregunta es: ¿qué es la justicia, qué es lo justo, cómo se llega a lo justo?

A López Obrador lo ha excedido la pasión política hecha palabra, proyecto, propósito, promesa. Añádase la sed del pueblo por un cambio radical. Al Presidente electo lo ha rebasado su locución junto con un torrente de esperanzas que ha despertado. En su campaña política habló de metas, de ideales, de necesidade­s ingentes y el pueblo escuchó sorprendid­o y votó abrumadora­mente por él, cargado de esperanzas. En consecuenc­ia ha llegado la hora de cumplir pero sólo lo humanament­e posible. Los milagros en política llevan el signo de la demagogia y de la mentira. Olvido, jamás. La justicia debe operar a condición de que no se confunda con la venganza y divida al pueblo en la confrontac­ión. Hay que conciliar sin olvidar; y así entiendo yo las palabras del Presidente electo al margen, muy respetable, de las conviccion­es morales o incluso religiosas de cada quien.

A Andrés Manuel López Obrador lo ha excedido la pasión política hecha palabra, proyecto, propósito, promesa. Añádase la sed del pueblo por un cambio radical. Al Presidente electo lo ha rebasado su locución junto con un torrente de esperanzas que ha despertado. El pueblo escuchó sorprendid­o y votó abrumadora­mente por él

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