Lo humanamente posible
El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se refirió a un tema que aparte de su contenido teórico y filosófico tiene enorme repercusión social. Al participar en el Segundo Diálogo por la Paz les dijo lo siguiente a los familiares de personas desaparecidas y asesinadas en los últimos años:
“Haré lo humanamente posible por alcanzar la paz en el país. Siempre digo lo que pienso: olvido no, perdón sí. Ese es un planteamiento, respeto a los que dicen ni perdón ni olvido. Yo tengo otra convicción y podemos ponernos de acuerdo”. Palabras claras, directas, a mi juicio absolutamente honestas y que revelan por sí solas que el Presidente electo no busca solo, digamos, congraciarse con aquéllos familiares. El tema por supuesto es muy delicado, ya que atañe a las fibras más hondas de la sensibilidad de las víctimas indirectas de esas atrocidades. Pero en el caso se impone la verdad. Yo comparto la idea de que para alcanzar la paz en el país hay que perdonar aunque no olvidar. No olvidar implica que se investiguen los hechos criminales y que a los responsables de los mismos se los someta a juicio, a proceso, con su consecuente castigo o pena. Aunque perdonar es requisito indispensable para consolidar la paz eliminando de suyo el rencor que, desde el punto de vista social, mina las bases de la paz. Sin embargo no puede haber paz con rencor social, paz que es alcanzable si el olvido es memoria jurídica y “humanamente se hace justicia”.
Ahora bien, es imprescindible entender el contenido de lo “humanamente posible”. Desde luego nada tiene que ver esto con la impunidad, con la declinación o renuncia del Estado -con su función punitiva- para impartir justicia. Cometido un delito su consecuencia jurídica es la pena. Lo que pasa es que la justicia, para decirlo con el menor vigor filosófico, es algo terreno que se imparte por hombres, por seres humanos; añadiendo que la Justicia -ahora con mayúscula- es un valor relativo y no absoluto como todo valor aplicado en el mundo en que vivimos. ¿Dónde están, por ejemplo, la belleza, la bondad, la gratitud, la prudencia absolutas? El ideal es otra cosa en el mundo abstracto de los valores, pero en la realidad es y ha sido siempre una meta a alcanzar, un fin; siendo que lo más perfecto en la especie es
siempre una aproximación a ese valor absoluto. Así entiendo lo de “humanamente posible”; asunto de lo más complejo en universidades y, obviamente, en facultades de Derecho. La gran pregunta es: ¿qué es la justicia, qué es lo justo, cómo se llega a lo justo?
A López Obrador lo ha excedido la pasión política hecha palabra, proyecto, propósito, promesa. Añádase la sed del pueblo por un cambio radical. Al Presidente electo lo ha rebasado su locución junto con un torrente de esperanzas que ha despertado. En su campaña política habló de metas, de ideales, de necesidades ingentes y el pueblo escuchó sorprendido y votó abrumadoramente por él, cargado de esperanzas. En consecuencia ha llegado la hora de cumplir pero sólo lo humanamente posible. Los milagros en política llevan el signo de la demagogia y de la mentira. Olvido, jamás. La justicia debe operar a condición de que no se confunda con la venganza y divida al pueblo en la confrontación. Hay que conciliar sin olvidar; y así entiendo yo las palabras del Presidente electo al margen, muy respetable, de las convicciones morales o incluso religiosas de cada quien.
A Andrés Manuel López Obrador lo ha excedido la pasión política hecha palabra, proyecto, propósito, promesa. Añádase la sed del pueblo por un cambio radical. Al Presidente electo lo ha rebasado su locución junto con un torrente de esperanzas que ha despertado. El pueblo escuchó sorprendido y votó abrumadoramente por él