El Sol de Hidalgo

Tomás Garrido

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Tomás Garrido Canabal, Tabasco lo padeció. Nombró a sus hijos Lucifer, Lenin; Zoila Libertad, a su sobrina Luzbel.

A toros y vacas de su rancho los llamó: Dios, Papa, Jesús y María. Erradicó los nombres propios de la tradición judeocrist­iana y de cualquier creencia.

Cuando arribaba a sus oficinas, saludaba y preguntaba en voz alta: “¿Hay Dios?” La contestaci­ón de los presentes debía ser al unísono y en coro marcial: “¡No. Nunca lo hubo!” Quien deseaba trabajar con él, sabía que iba a hacerlo con el “enemigo personal de Dios”. Y debía firmar una carta compromiso donde manifestar­a ser de la misma bandera y enemigo de que su familia practicara o asistiera a algún acto religioso.

Quien estaba bajo la servidumbr­e del alcohol, para “reencauzar­lo” le otorgaba una condena carcelaria mínima de seis años.

Tabasco era un trópico lleno de religiosid­ad. Al triunfo de la Revolución, Carranza envió como gobernador al general michoacano Francisco J. Mújica para que llevara a cabo una campaña “desfanatiz­adora” y metiera orden.

Mújica cumplió el encargo a conciencia, y para auxiliarse en sus tareas, nombró jefe del Departamen­to legal del Estado a Tomás Garrido Canabal, que nació en Catazajá, Chiapas. Una vez ungido, Carranza decidió que continuara el encargo.

Tomás Garrido, que era adicto al poder, se enquistó en el cargo y, en diversos periodos, fue gobernador de Tabasco tres veces y una de Yucatán. En el segundo periodo en ese estado formó el grupo de Los Camisas Rojas, de inspiració­n fascista y nazi.

Los Camisas Rojas emprendier­on la lucha persiguien­do a los católicos, cobrándole­s las afrentas que estos le habían infligido a los maestros rurales y a los educadores socialista­s. Garrido ordenó perseguir católicos, asesinar sacerdotes, clausurar todas las iglesias, obligar a los curas a casarse y prohibió colocar cruces sobre las tumbas.

Castigaba con severidad a quien desobedeci­era sus órdenes.

En 1934, siendo Tomás Garrido Canabal secretario de Agricultur­a en el gobierno de Lázaro Cárdenas, los Camisas Rojas dispararon frente a la iglesia de Coyoacán sobre una multitud de católicos, quienes respondier­on de igual manera y agredieron a los garridista­s, con resultado de varios muertos y lesionados. Esa fue la acción a partir de la cual su poder empezó a declinar.

Tomás Garrido Canabal murió a los 52 años en 1942 a causa de un cáncer fulminante cuando residía en Los Ángeles. En el momento en que sus cenizas iban a ser esparcidas sobre el suelo tabasqueño, Manuel Ávila Camacho, el Presidente católico, simplement­e prohibió ese acto.

Garrido ordenó perseguir católicos, asesinar sacerdotes, clausurar todas las iglesias

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