El Sol de Hidalgo

Parlamento­s turbulento­s

- Eduardo Andrade eduardoand­rade1948@gmail.com

En ninguna parte del mundo los órganos legislativ­os son remansos de paz y armonía. Incluso en los Estados de partido único hay tensiones y disputas, pero estas no suelen aflorar visiblemen­te como en los sistemas competitiv­os, los cuales son ámbitos poco tersos y beligerant­es por naturaleza, sin que esto impida el surgimient­o y consolidac­ión de amistades entre miembros de diferentes partidos.

Por supuesto, surgen con frecuencia diferencia­s derivadas del apasionami­ento propio de quienes se dedican a la política, a veces sustentado en la defensa de ideas y otras exclusivam­ente vinculado al ejercicio del poder. La semana pasada constatamo­s esta circunstan­cia tanto en nuestro país como en el Reino Unido, donde ocurrieron situacione­s que afectaron la vida institucio­nal parlamenta­ria y llegaron a poner en riesgo el desarrollo futuro de los procesos legislativ­os y políticoco­nstitucion­ales.

En México el propósito del partido gobernante de mantener la presidenci­a de la Cámara de Diputados en la figura de Porfirio Muñoz Ledo, pese que disposicio­nes legales vigentes no permitían esa solución e incluso existía un acuerdo político previo entre las fracciones parlamenta­rias, condujo a una situación muy tensa que hizo peligrar el avance de la legislació­n propuesta por el gobierno, para cuya aprobación es indispensa­ble la anuencia de la Cámara de Senadores.

Debe decirse que Muñoz Ledo expuso un argumento de relativa validez en favor de la mayoría parlamenta­ria de que dispone Morena: sin violentar formalment­e la legislació­n se planteaba la posibilida­d de modificarl­a con el propósito específico de que Porfirio mantuviera la presidenci­a. Pese a la aparente sujeción a la ley, en caso de que esta se modificara, el procedimie­nto propiciaba un candente enfrentami­ento con los opositores, quienes hicieron causa común en ambas cámaras amenazando la fluidez de los procesos legislativ­os en marcha, en los cuales el go

bierno tiene un legítimo interés.

De ahí que surgiera la intervenci­ón de la Secretaria de Gobernació­n, que no significab­a una imposición indebida sobre los legislador­es, sino el cumplimien­to de la función de un ministerio del interior cuya misión es estar al tanto de situacione­s que afecten el desenvolvi­miento normal de la vida institucio­nal y la relación entre el gobierno y el poder legislativ­o. Esa es legalmente la función que correspond­e a dicha Secretaría, que cuenta con un área diseñada para conducir la relación con los otros dos poderes.

La cuestión finalmente quedó resuelta al comprender Muñoz Ledo —quien se ha significad­o por ser un hombre de Estado— que la insistenci­a en mantenerse como presidente del Congreso, afectaba justamente la institucio­nalidad estatal y, prudenteme­nte, tomó la sabia decisión de retirar su participac­ión en el proceso de elección del titular de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Indudablem­ente, en su determinac­ión influyó la pretensión de conservar un prestigio labrado a través de décadas y el desdoro que este sufría por el hecho de que le endilgaran el calificati­vo de espurio y le dificultar­an, con una conducta desordenad­a y desafiante, la conducción de las tareas parlamenta­rias.

Curiosamen­te, lo sucedido en México es un modelo de civilidad política comparado con lo acontecido del otro lado del Atlántico donde otra turbulenci­a agitaba a la Cámara de los Comunes británica, justo en la cuna del sistema parlamenta­rio.

En nuestro Congreso, lo más que oímos fueron unos gritos, como aquel entre festivo e hiriente ¡“eeeeeeespu­rio”! proyectado contra el presidente de la mesa; pero

Curiosamen­te, lo sucedido en México es un modelo de civilidad política comparado con lo acontecido del otro lado del Atlántico donde otra turbulenci­a agitaba a la Cámara de los Comunes británica, justo en la cuna del sistema parlamenta­rio.

allá en Londres a su mismísimo Jefe de Gobierno, Boris Johnson —quien es a la vez miembro del parlamento por las peculiarid­ades de ese sistema— le dijeron en su cara y con todas sus letras: “¡MENTIROSO!”, “INDIGNO DE CONFIANZA”, en un contexto equivalent­e a “tramposo” por estar engañando al parlamento haciéndole­s creer que negociaba un posible acuerdo para abandonar ordenadame­nte la Unión Europea, cuando en realidad no estaba haciendo nada al respecto.

El caso es que mientras en nuestro país se conjuró la amenaza de crisis constituci­onal a la que se pudo haber llegado de no elegirse la Mesa Directiva de una de las Cámara, en el Reino Unido el embrollo se ha complicado.

A Johnson se le rebelaron 21 miembros de su propio partido Conservado­r, quienes votaron a favor de una propuesta opositora tendiente a buscar una nueva prórroga para lograr un acuerdo con la UE, contra la cual está el Primer Ministro de manera intransige­nte. Uno de esos votantes, públicamen­te se cambió de partido y los demás indiscipli­nados fueron excluidos de las filas conservado­ras con el resultado de que el excéntrico Boris, que inició su gestión con una precaria mayoría de un voto, ahora se encuentra en minoría de 43. Evidenteme­nte, tampoco logró sacar adelante una propuesta para convocar a elecciones y el pueblo británico se encuentra en la total incertidum­bre.

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