El Sol de Hidalgo

Andy Ruiz y la noche en que fue el mexicano

- Dieron una gran batalla.

La historia de Andy Ruiz contra Anthony Joshua bien puede comenzar unos meses antes, cuando el peleador mexicano le escribió un mensaje a través de Instagram al representa­nte de Joshua. Quería pelear contra él. O bien, puede empezar seis semanas antes de la pelea, cuando, a las prisas, Ruiz inició su preparació­n para una noche histórica. O quizá pudo comenzar muchos años antes, cuando Andy defendió los colores mexicanos en la Olimpiada Juvenil, o cuando peleó por primera vez en Tijuana, o incluso nos podemos ir más lejos, cuando nació en Valle de Imperial, en California, pero aprendió de sus padres mexicanos lo que era el sacrificio, y que la sangre, en todo caso, se lleva adentro, y no conoce de lugares sino de recuerdos.

O bien, puede ser, que la noche no comenzara antes, y lo hiciera en el momento exacto en el que ambos peleadores subieron al ring del Madison Square Garden, en la eufórica ciudad de Nueva York, y se miraron a los ojos y chocaron tres veces los puños. Y en la esquina de Ruiz ondeaba una bandera que de un lado era mexicana, y del otro estadounid­ense. Y entonces Andy Ruiz, que mide casi 1.90 metros, pero que en comparació­n con los dos metros de Joshua parecía no tener esperanza. Aunque quizá en el boxeo nada es lo que parece y las sentencias a veces quedan expuestas al poder de los puños. Es probable que ni siquiera la historia del mexicano haya empezado en el momento en el que sonó la campana y comenzaron a repartirse de golpes. El brazo de acero del peleador inglés buscaba mecánicame­nte la cara del que nació en California, pero que en la piel lleva un tatuaje que dice Hecho en México.

Quizá y la noche histórica comenzó apenas a vislumbrar­se cuando pasó el primer round, y luego el segundo, y Ruiz movía los pies y saltaba y burlaba para siempre la tentación de un cuerpo atlético. Es probable, en definitiva, que la historia de Ruiz comenzara oficialmen­te a partir del tercer round. Cuando recibió un golpe que ahora sí lo mandó al suelo. Pero se levantó, y luego sobrevivió a esos segundos que le siguen a la lona y el mundo da vueltas y el peleador de enfrente, el británico inmaculado, olió sangre y quiso finiquitar una noche que se hacía larga, y soltó de golpes que pegaron pero no tiraron, y que apenas segundos después, como si se tratara de un búmeran, le regresaron todos y terminaron por tumbarlo. Y la noche, para Joshua, fue un constante viaje al infierno, y para Ruiz, fue el comienzo de todo.

Porque definitiva­mente la noche se confirmó histórica cuando en el séptimo asalto, al calor de una batalla que no daba tregua, vino el momento cúspide, cuando el réferi se acercó a Joshua y le miró los ojos desorbitad­os, y apenas suspendió la contienda, Andy pegó de saltos y levantó sus cinturones. Y en la conferenci­a posterior, ya encumbrado como campeón, bautizado por Sylvester Stallone como el Rocky Mexicano, le prometió a su madre que esos seis millones de dólares cambiarían su vida, que no volverían a padecer. Y ahí sí que comenzó otra historia llena de fiesta y carnaval, más de lo que la mesura hubiera querido.

Andy Ruiz se convirtió en el primer peleador mexicano en ganar un campeonato en los pesos completos.

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/ FOTO: REUTERS Ruiz y Joshua

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