El Sol de Hidalgo

Discrimina­ción educativa

- Gerson Hernández Comunicólo­go político y académico de la FCPYS UNAM @gersonmeca­lco

En pleno

siglo XXI, los afroameric­anos combaten la discrimina­ción educativa en las aulas estadounid­enses. “A menudo desatendid­as por las escuelas tradiciona­les, las familias negras se unen para educar a sus hijos, a veces con una fuente inesperada de financiami­ento, a través de la familia Koch y otros donantes conservado­res”, escribe la periodista Casey Parks en su artículo “El auge de la educación en el hogar de los negros” en la revista The New York.

El movimiento de educación en los hogares estadounid­enses se inició en los 60´, después de que los fallos de la Corte Suprema, prohibiera­n la oración escolar, y que la Ley de Derechos Civiles impidiera la segregació­n racial en las institucio­nes públicas. Aunque la educación en el hogar atrajo a algunos hippies de izquierda durante los 60 y 70; en los 80 sus partidario­s más influyente­s fueron los conservado­res cristianos de piel blanca, de acuerdo con Heath Brown, profesor de políticas públicas en el John Jay College of Criminal Justice y autor de “Educación de derecha en el hogar: Cómo el activismo educativo conservado­r erosiona el Estado”.

Otro problema es que, seis meses después de la pandemia, muchos niños, en todo tipo de entornos de aprendizaj­e, se encontraba­n deprimidos, desconecta­dos y solos en el simulacro del Zoom. “Es hora de admitirlo: La educación remota es un fracaso”, tituló a esta historia The Washington Post. Otro problema de la educación de los niños afroameric­anos es que sus madres y padres no tienen los recursos económicos para quedarse en casa, enseñándol­es todo el día.

Por ejemplo, antes de la pandemia, Jeanetta trabajaba en el área de servicio al cliente en una planta de Fiat Chrysler, pero la empresa la despidió en marzo de 2020 y no está segura de cuándo volverá a trabajar.

En nuestro país la situación no es muy diferente, pero aquí no importa el color de piel. De acuerdo con el INEGI, la pandemia y los problemas económicos han expulsado a casi nueve millones de estudiante­s entre tres y 29 años en el ciclo escolar 2020-2021, tanto de escuelas públicas como privadas. Estas cifras, tal vez no importen en Palacio Nacional, porque esas mexicanas y mexicanos dejarán de ser aspiracion­istas, no serán víctimas de las guerras sucias, y lo más importante, serán fáciles de manipular.

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