Conocer al hombre y su entorno
Es sano para la democracia
que se haga público el entorno familiar, social, político del ciudadano que aspira a gobernar a la comunidad. No es un recurso de la mercadotecnia al estilo norteamericano que la mujer o el hombre que acompaña a un candidato participe en los avatares en busca del voto. Las mujeres de los gobernantes, su familia, sus debilidades, trascienden en el universo social y son objeto de crítica, valoración, aprobación o reprobación. La vida conyugal y sentimental de hombres como Napoleón fueron objeto del juicio público y conformaron la opinión en las grandes transformaciones sociales y políticas del mundo. En la campaña con rumbo a la transformación de las instituciones que tendrá lugar el primero de julio próximo, la opinión pública tiene derecho no sólo a demandar, sino a exigir el conocimiento y la difusión de los orígenes, trayectorias, principios y razones de las propuestas de cada uno de los candidatos a ocupar puestos de elección popular, desde el Presidente de la República hasta el gobernador, senador, diputado y el último alcalde que pretenden acceder a esas categorías. El curriculum vitae de cada uno de los aspirantes a la Presidencia de la República puede encontrarse en las redes sociales y en internet, en donde se consignan nacimiento, lugar de origen, estudios, cargos públicos o actividades privadas. Es lo que se demanda para un contrato de trabajo, lo mismo en la administración pública que en la empresa privada. Lo aconsejable, lo verdaderamente democrático y transparente sería que más allá de esa relación formal en la que se consigna el curso de la vida de cada persona, la opinión pública conociera el verdadero transcurrirdel hombre. El ciudadano vota por un candidato, pero al hacerlo debe conocer al hombre en su integridad y su circunstancia, como la define Ortega y Gasset. En el curriculum de Andrés Manuel López Obrador podrían figurar, sin duda alguna, el inicio de su carrera política, cuando cerró los pozos petroleros de Tabasco en protesta por no haber sido postulado por el PRI al gobierno de la entidad, o bien el episodio del cierre del Paseo de la Reforma luciendo una banda de presidente legítimo y mandando al diablo a las instituciones. Catorce años para terminar una carrea y diez viviendo del recurso púbico no son hazañas menores. Ricardo Anaya podría hacer gala en su historial del dominio de los idiomas inglés y francés, pero también del de las huestes panistas hasta convertirse, de la noche a la mañana, en candidato a la Presidencia. El virtual candidato de la coalición Pri-partido Verde y Nueva Alianza, José Antonio Meade, junto con su vida familiar, su preparación académica y su desarrollo profesional exhibiría un paso impecable en el ejercicio de la función pública. Deportivamente hablando, un lanzador con cero hits, cero carreras, cero errores, ningún hombre en base, en un juego perfecto que nadie puede discutirle. En política el hombre no es sólo lo que propone o lleva a cabo al frente de sus responsabilidades. El hombre es él y todo lo que ha hecho, lo mismo que lo que lo rodea y lo define. La participación de la compañera no es en desdoro de la función pública que debe compartir. Ha habido mujeres que han acompañado a grandes hombres en la realización de los ideales que han concebido. Eleanor Rossevelt, Danielle Mitterrand, Michelle Obama. En México Eva Sámano de López Mateos, María Esther Zuno de Echeverría, entre otras, fueron ejemplo de entrega