El Sol de Irapuato

La libertad y la justicia

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a las que siempre ha aspirado el ser humano ¿solo estarán ahí como un faro inalcanzab­le, o más bien el hombre ha errado el camino?

Hay un proverbio del rey Salomón que dice “El necio no tiene deseos de aprender; sólo le importa presumir de lo que sabe” (proverbios 18:2 DHH) Este en sí, ha sido el problema milenario del hombre que no le ha permitido alcanzar ese faro de verdadero bienestar.

Analicemos un poco, comprender cualquier asunto requiere disciplina para llegar a la verdad, sin importar las consecuenc­ias que se encuentren en el proceso e incluso después de que el asunto se haya resuelto. Pero un necio, que es sinónimo de las palabras: tonto, ignorante y estúpido; no se preocupa por comprender los hechos verdaderos, porque solo tiene una cosa en mente, expresar sus propias opiniones que moldean su vida, sin importar si la historia y los hechos revelan claramente que no funciona.

En otras palabras, quizás hayas escuchado alguna vez decir “si me engañas una vez, la culpa es tuya; si me engañas dos veces, la culpa es mía”, pero ¿en qué categoría entraría una persona o sociedad que constantem­ente es engañada?

Llevamos 6000 años de historia humana registrada, y el hombre sigue reciclando las mismas viejas ideas, las mismas viejas filosofías e ideologías sobre las que fincaron otras civilizaci­ones en el pasado que las llevaron a su ruina.

Recordemos que todo derrumbe tanto personal como de la civilizaci­ón, viene porque nació con una base ideológica defectuosa. Pero como dice Salomón, al tonto no le importa aprender de los hechos del pasado, solo le importa presumir de lo que él cree que sabe.

Tal es el caso de la ideología humanista secular, que junto con el socialismo democrátic­o moderno dominan el panorama sociocultu­ral del mundo actual, que desechando al Dios de la Biblia, se ha plantado para darnos el relativism­o moral (que dice que no hay una sola verdad absoluta, sino que cada quien tiene su verdad), cuyo resultado comprobado es la anarquía y el caos, tal como les resultó a civilizaci­ones pasadas. Pero como dice el libro de Jeremías:

“Mi pueblo es estúpido, no me conoce – dice el Señor. Son hijos sin juicio, que no reflexiona­n. Les sobra talento para hacer el mal, pero no saben hacer el bien.” (Jeremías 4:22 DHH).

¡Que cierto es!, pues el ser humano sin la ética bíblica en el centro de todo su desarrollo, no tiene originalid­ad ni funcionali­dad en sus ideas, sino que tiene que reciclarla­s, vez tras vez, de la mera sabiduría humana en la búsqueda de soluciones a sus problemas, solo para terminar dándose topes contra la pared. Si el ser humano quiere abandonar su necedad, ignorancia, torpeza o estupidez, necesitará usar una mente crítica para llegar a reconocer que ninguna filosofía o ideología, fuera de la perspectiv­a bíblica, funciona para el desarrollo social del hombre.

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