“Por amor, por interés, o por compromiso”
En el siglo XX, los matrimonios se consumaban por un verdadero amor y son los matrimonios que han perdurado, porque por amor, todo se pasa, todo se perdona, todo se asimila, todo se comparte y por amor verdadero es una realidad que el matrimonio perdure hasta hoy en día
Sin embargo es preocupante que los matrimonios de este siglo XXI, mal se casan, con fiesta y fanfarrias, a grito tendido anuncian que se casan, fiestas aquí y fiestas allá y luego una vez que se consuma el enlace, no sé qué pasa que la desilusión y el desamor, es la reina campante de ese y aquel hogar, tantos compromisos sociales y tantos regalos para nada, el matrimonio se rompe y cada changuito se va para su casa con papi y con mami, o en definitiva se alejan del hogar paterno y empiezan a vivir una vida disipada con una pareja hoy, y mañana ya veremos a cual le caigo, pero ya nada de compromisos, sin embargo la naturaleza humana siempre buscara compañía y si no es una mona, será un mono.
De tal manera que muchos matrimonios se rompen porque su pareja no resulto todo un hombre, sino que bateaba para los dos lados y esta causa una grandísima desilusión en su pareja. Muchos se dedican a beber alcohol para olvidar su tremendo fracaso.
Y aquí entre la situación de si quiero una nueva pareja, resulta que sigo buscando algo distinto, algo que realmente me guste, o bien con lo que me sienta a gusto. Y de entre las sombras de la vida surge el fatal divorcio con pleito o sin pleito de común acuerdo ya que ambos contrayentes se equivocaron de pareja. Pero hay de aquel divorciado por el civil pero contrayente por la vía eclesiástica especialmente por la iglesia católica, estos pasaran a las filas de los que no pueden acercarse al confesionario, ni a recibir la sagrada eucaristía, cuando ya están conviviendo con una nueva pareja sean hombres o mujeres.
Pero habría que analizar cuáles son las causas reales por la cual la pareja rompió definitivamente. Unos rompen porque el hombre se hizo de una amante o de varias ocasiones que lo convirtieron en hombre infiel, por el lado de la mujer, hay bastantes casos de mujeres que no atendidas bien servidas y bien atendidas en la cama, buscaron en otra pareja lo que su mente idealista se forjo ante el abandono total de su esposo, sobreviniendo la fatídica puesta de cuernitos, tan peculiar y tan bien aceptada en muchos círculos sociales. Hoy era
María, hoy es Martha, y todos contentos porque el señor Don Fulano y Don Zutano están presentando a sus nuevas parejas en los altos círculos sociales, que al cabo con mi dinero y con mi poder todo lo puedo.
Pero no se trata de juzgar a los nuevos contrayentes, sino de analizar querido lector porque tu religión te segrega de comulgar y compartir tus penas y tus sufrimientos con el que todo lo puede y todo lo sabe, es a Dios mismo al que entregaremos cuentas exactas de nuestros errores y solo EL, sabe las causas reales de la separación y del divorcio final, y cuando ya tu alma está tranquila y surge un nuevo amor, un nuevo hecho que analíticamente te devuelve el amor y la felicidad y la tranquilidad que viene a beneficiar a los hijos, que sufren en demasía el rompimiento de sus padres y luego con el castigo de ya no poder volver a comulgar si ya encontraste un consuelo, una compañía, un amor verdadero porque el otro compromiso fue una terrible equivocación, con la que acarreado la desgracia en sus propios hijos, en fin estamos analizando, cuando la persona escoge la pareja equivocada, y entonces sí viene el castigo insofacto de ya no poder acercarse a la comunión en la religión católica y por eso están saliéndose a otras religiones que si los amparan y los acogen en su seno religioso, así no hay estigmas vergonzosos, total es a Dios a quien daremos cuentas de nuestros actos, y este artículo se dedica a los sabios religiosos de todo el mundo, porque los fracasos matrimoniales están a la vista de todos, se divorcian los muy ricos, los no muy ricos, y los pobres pero el castigo es parejo. Es importante que se de amparo religioso a los católicos vueltos a casar y quitar el castigo de no poder volver a confesarse y de recibir la Santísima Eucaristía. Es Dios mismo el que juzgara cada persona y cada acontecimiento en la vida de cada quién.