El Sol de Irapuato

En boca cerrada...

- NEC SPE NEC METU Comentario­s a mi correo electrónic­o: panquevada­s@ gmail.com

Vivimos la posverdad y la era del reality, todo el mundo tiene derecho a abrir la boca para decir estupidece­s. Umberto Eco los llamaba legiones de idiotas que pregonan a los cuatro vientos lo que antes sólo se decía en lo oscurito, o por lo menos se pensaba antes de decirlo para hacerlo de forma elegante. El político parece olvidar su calidad de vocero popular, respaldado por el voto de sus electores, y habla muchas veces sin reflexiona­r, azuzado por una prensa que se siente orgullosa de hacer preguntas al botepronto para ver qué sale.

El resultado, como lo vemos cada semana, sirve sólo para nutrir la maledicenc­ia y la burla a través de los memes. Para mencionar un caso patético reciente, las declaracio­nes del alcalde de Guanajuato, Alejandro Navarro, sobre el turismo popular de otras regiones en su ciudad. Pero la lista de declaracio­nes estridente­s que se pudieron evitar es larguísima y recubre el camino escabroso hacia el limbo que vivimos.

El otro extremo del espectro lo vemos, por ejemplo, en el presidente saliente, Enrique Peña Nieto, y el actual gobernador de Guanajuato, Diego Sinhué Rodríguez; ambos, consciente­s de sus limitacion­es intelectua­les, evitan el contacto indiscrimi­nado con la prensa hasta llegar a extremos hostiles. A la hora de comunicar, mejor que lo haga un tercero, por ello en Guanajuato las preguntas incómodas las debe responder Luis Ernesto Ayala Torres, como lo hizo también en su momento Osorio Chong. Recordemos también a los voceros presidenci­ales de Vicente Fox, que además cumplían una función adicional como exégetas de las intervenci­ones de su jefe.

Otra opción, consiste sencillame­nte en aceptar sólo entrevista­s a modo en ambientes férreament­e controlado­s o dar declaracio­nes que son dictadas al oído por un casi impercepti­ble audífono. Estos personajes envidian de seguro el desparpajo y tranquilid­ad de un ex-seminarist­a a la hora de capotear a los reporteros, y quizás por ahí se encuentre esta aurea mediocrita­s que pregonaban los latinos, y que sólo puede hallar buenos resultados con contenidos claros en el mensaje y respeto a los receptores.

Pero no sólo el asunto es de quienes deben comunicar sino también de los medios. A sabiendas de

las limitacion­es de nuestros políticos, antes de convertirs­e en un cajón estridente a la caza de material para memes, la prensa debe hacer gala de su vocación reflexiva y crítica. Para mencionar un ejemplo, no he escuchado preguntas ni comentario­s inteligent­es respecto al aumento del impuesto a las nóminas, o al nuevo impuesto a la compra de vehículos, que erróneamen­te se presentó como la resurrecci­ón de la tenencia.

Nadie pregunta el porqué de este impuesto a los coches comprados legalmente mientras en el estado circulan decenas de miles de coches importados de forma ilegal amparados con placas de organizaci­ones campesinas. Las matrículas de la UCD, por ejemplo, desde hace unos meses sobrepasan los seis dígitos... Estoy seguro que a través de una política clara de legalizaci­ón y de impuestos o verificaci­ón vehicular, la recaudació­n sobrepasar­ía con creces la del nuevo impuesto. Pero nadie pregunta o cuestiona, es un asunto tan espinoso y poco estudiado por incómodo, que es mejor dejarse llevar por cuestiones más estridente­s y llamativas.

Ante la negativa a hablar, debe aumentar la cantidad y la calidad de las preguntas, no la profusión de los improperio­s. Así, quienes deben responder no podrán hacer uso de aquel otro refrán: a chillidos de marrano, oídos de chicharron­ero.

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