Un Domingo de Ramos en plena crisis
El documento de Benedicto XVI sobre los abusos sexuales del clero evidenció las divisiones dentro de la Iglesia
CIUDAD DEL VATICANO. Con la plaza de San Pedro repleta de olivos y palmas para evocar el ingreso de Jesús a Jerusalén, el papa Francisco celebró ante 50 mil personas la misa del Domingo de Ramos que dio inicio a los ritos de la Semana
Santa. Una semana que también estará marcada por las polémicas que han evidenciado las divisiones de la Iglesia, alimentadas indirectamente por el documento del
Papa emérito Benedicto XVI sobre los abusos sexuales en el clero y el “colapso moral” de las instituciones eclesiásticas.
En su homilía, Francisco pareció aludir a este problema, sin referencias directas.
“En los momentos de oscuridad y tribulación es necesario tener el coraje de callar, su es un silencio no rencoroso. Este silencio nos mostrará más humillados y entonces el demonio aparecerá. Es necesario resistirle en silencio”, señaló el Papa.
“No es permanecer pasivos o sentirse un superhombre, es abandonarse con confianza al Padre y a su voluntad, sin ceder al triunfalismo, que siempre juzga a los demás peores, llenos de defectos o fracasados. Una forma sutil del triunfalismo es la mundanidad espiritual y ésta es la tentación más pérfida que amenaza a la Iglesia”, añadió.
El pontífice ha asistido en estos días, en silencio, a la polémica registrada tras la publicación del documento de Joseph Ratzinger sobre la pedofilia y la homosexualidad en los seminarios, que son el fruto -afirmó- “de la revolución sexual de 1968”. Una intervención que hizo emerger entre los fieles la impresión de una rivalidad entre el Papa reinante y el emérito, o por lo menos de la existencia de posiciones divergentes.
Es como si se hubiese evidenciado la existencia de dos partidos, uno favorable al “progresista” Francisco y otro fiel al “conservador” Benedicto XVI. Esto no quiere decir que Ratzinger buscara criticar abiertamente la línea de Francisco sobre la pedofilia clerical, pero el efecto provocado fue la clara desaprobación de su intervención por parte de los seguidores de Bergoglio. En una entrevista al diario La Stampa, el experto en historia del cristianismo Massimo Faggioli dijo que “la cohabitación entre los dos Papas es posible sólo si el emérito permanece invisible”. Y subrayó “la necesidad de una normativa porque es probable que se verifiquen situaciones semejantes”.