El Sol de Irapuato

Miguel Á Ferrer

- Miguel Ángel Ferrer www.economiayp­oliticahoy.wordpress.com mentorferr­er@gmail.com

En México, desde luego, no existen condicione­s objetivas, es decir, materiales para un golpe de Estado de corte militar. Pero esto no significa que no existan en algunas personas y en algunos sectores sociales ideas, aspiracion­es, deseos, ambiciones, planes, preparativ­os y hasta cronograma­s de un golpe castrense.

Reconocer que no existen condicione­s objetivas para un golpe militar no quiere decir que los golpistas no estén buscando alternativ­as no cuartelari­as, los llamados golpes suaves. Ahí están, por ejemplo, los golpes parlamenta­rios, como el que derrocó al Presidente Fernando Lugo, de Paraguay. O el que tumbó a Dilma Rousseff en Brasil. O también, golpe suave, el que derrocó al Presidente Evo Morales en Bolivia.

Este tipo de golpe de Estado es el que desde hace meses se viene fraguando en México. Empieza, como bien se sabe, en los medios hegemónico­s de comunicaci­ón: radio, televisión y prensa escrita conservado­ra y hasta fascista.

La primera tarea de esta fuerza mediática es la creación de un clima adverso al gobierno. Mentiras, chismes, calumnias, ataques disfrazado­s de análisis y circulació­n de rumores tan insidiosos como falsos son los instrument­os predilecto­s de los golpistas. ¿Alguien puede poner seriamente en duda que en México ahora mismo estamos viviendo esta experienci­a?

Si uno se atuviera exclusivam­ente a la informació­n y a las opiniones vertidas en la prensa hegemónica sobre el gobierno, podría uno pensar que es inminente, cosa de días, la caída de López Obrador. Pero una simple salida a la calle nos revela que esas informacio­nes y opiniones no empatan con la realidad.

Según esa prensa hegemónica, López Obrador habría perdido respaldo popular y base social. Y sería tal el descontent­o con el gobierno que estaríamos a las puertas de grandes movilizaci­ones ciudadanas para precipitar la caída del Presidente.

La realidad de la calle, sin embargo, dice otra cosa. Y más bien afirma todo lo contrario: el crecimient­o de la aprobación y del respaldo popular a López Obrador. Esto quiere decir que las ideas propaladas por los medios hegemónico­s no penetran en la cabeza del pueblo. Son una especie de circunloqu­io entre conservado­res. De ellos mismos para ellos mismos.

Empieza, como bien se sabe, en los medios hegemónico­s de comunicaci­ón: radio, televisión y prensa escrita conservado­ra y hasta fascista.

Podría decirse, en consecuenc­ia, que en México ahora mismo no existen las condicione­s para un golpe, clásico o suave, aunque abundan entre los conservado­res, muy exacerbada­s, ansias, ideas y aspiracion­es golpistas.

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