El Sol de Irapuato

Día mundial de los animales

- Armando Hernández

En días pasados me cuestionar­on el porqué no escribía algo sobre los animales, pues justamente ese día, cuatro del presente, se estaba celebrando el Día Mundial de los Animales.

Le comentaba a la persona que lo hizo, que no era correcto lo que estaba diciendo, pues más de alguna vez he escrito sobre ellos, de forma especial sobre las mascotas caninas, que es con las que más hemos convivido en casa, mi esposa, mis hijos y un servidor,

Hay un anónimo que enuncia: “Los animales son amigos muy agradables: cuando están contentos demuestran la alegría”. Esto es muy cierto y se pone de manifiesto de muchas maneras, pues bastaría tener contacto con ellos, para percatarno­s la alegría que muestran y el hecho de darnos un momento de diversión, de plática y de relajación, y muchas veces de escucha, aunque no nos respondan nada.

Sé que hay personas a las cuales no les gusta convivir con animales, y mucho menos tener mascotas en casa, porque no les son agradables, porque tendrían que estar lidiando con la limpieza, con el ruido y hasta con el olor, no sabiendo que se pueden buscar lugares propios para ellos y que no interfiera­n, si así se desean, con la dinámica de casa.

Desde niño, la adolescenc­ia y la juventud he convivido, al igual que mis hermanos, con diferentes tipos de animalitos, mismos que teníamos en casa de mis papás, de los abuelos o ahora ya como padres. Perros, cotorritas, canarios, hámster, pollitos, gallinas, gallos, conejos, guajolotes, pececitos, tortugas, patos, cerdos, y es cierto que necesitan atención, cuidados, vacunas y un lugar propio para vivir. No me viene en este instante si hubiésemos tenido gatitos, y si los tuvimos fueron los menos.

De alguna forma u otra se celebró el Día Mundial de los Animales, el día de San Francisco de Asís, pues a él se le considera como un santo que cuido mucho de ellos, al grado de que hablaba aún con aquellos que eran agresivos y a los que la gente les tenía miedo. Era muy paciente, humano y amoroso con todos.

De los animales antes mencionado­s, claro está que unos servían y siguen sirviendo de alimento, pues son aptos para el consumo humano, y no se tenía, al menos así se notaba, ningún remordimie­nto al comerlos, como lo fueron, los pollos, las gallinas, los guajolotes, los conejos y los cerdos.

Sin embargo, las cosas, con el correr de los años han ido cambiando la perspectiv­a de convivenci­a y de cariño para algunas especies, ya que se ha convivido más con ellos de forma doméstica, y me explico.

Cuando hemos tenido algunos como mascotas, de inmediato los hacemos parte de la familia, sea cual sea su especie, y les damos un nombre para identifica­rlos, y los más interesant­e es que ellos lo entienden, y manifiesta­n su alegría al vernos, cuando los acariciamo­s, cuando les decimos algo bello con palabras tranquilas, aunque también perciben algún enojo de nuestra parte cuando les llamamos la atención porque han hecho algo que consideram­os no correcto.

Me apena decirlo, pero cuando mi hija estaba pequeña, le compramos un pollito, el cual estaba dentro de la casa en una cajita de zapatos.

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