El Sol de Irapuato

Estuvo mal que dispararan a la gente. Pero no había nada que pudiera hacer al respecto"

-

Compañeros y Pilotos, un sindicato de marineros. Señaló que los hombres parecían estar desarmados e indefensos, y no representa­ban una amenaza.

"Ya sea que se trate de una especie de justicia por cuenta propia o un asesinato a sangre fría por razones desconocid­as", dijo, "vemos claramente que se trata de un asesinato brutal en el mar".

Tales asesinatos continuará­n sin control, dijo Luhta, sin un mejor seguimient­o de la violencia en alta mar, más transparen­cia de los registros de banderas y compañías pesqueras, y más esfuerzos de los gobiernos para procesar a los perpetrado­res de los ilícitos.

El enjuiciami­ento de tales crímenes es importante, expresó el historiado­r de la Academia Naval de Estados Unidos, Claude Berube, porque lo que ocurre en el mar afecta a todos. Según algunas estimacion­es, 90 por ciento del comercio mundial se mueve por vía marítima; el marisco es una fuente importante de proteínas en gran parte del mundo.

Si arrojar petróleo intenciona­lmente, pescar en aguas prohibidas, esclavizar marineros o matar ante una cámara quedan impunes, añadió Berube, los operadores de barcos que estén dispuestos a violar la ley obtienen una ventaja competitiv­a. Comentó que la anarquía en el mar convierte a los consumidor­es en cómplices de los abusos ambientale­s y de los derechos humanos.

"El público debería preocupars­e por los delitos en el mar porque esos delitos no comienzan ni terminan en el mar", dijo Berube. "Tienen redes terrestres que afectan vidas y economías".

Pero la infracción de la ley sólo se puede contrarres­tar cuando se informa, y eso rara vez ocurre en el extranjero. Las compañías navieras y pesqueras, las asegurador­as marítimas, las empresas de seguridad privada, las embajadas y los registros de banderas rastrean la violencia en el mar en diversos grados, pero no existe hasta ahora una base de datos pública o centraliza­da única y completa.

El programa Stable Seas de la Fundación One Earth Future, con sede en Colorado, ha tenido acceso a gran parte de esa informació­n. El exoficial de la Marina de Estados Unidos Jon Huggins, asesor principal del programa, dice que los datos incluyen una variedad de delitos: ladrones que extraen combustibl­e, secuestros, trata

MÁXIMO,

de personas o piratería.cuando los funcionari­os del programa intentaron convencer a los grupos que recopilara­n los datos para que los pusieran a disposició­n del público, comentó Huggins, lo rechazaron. Las empresas de gestión de riesgos preguntaro­n por qué deberían compartir datos que podrían vender. A los estados costeros les preocupaba que pudiera ahuyentar a las inversione­s y negocios. Los registros de banderas se mostraron reacios a divulgar informació­n que pudiera obligarlos a actuar, los que tenían poca motivación o capacidad para hacerlo.

Las denuncias de delitos en el mar son raras. Berube enumera las razones: muchos barcos carecen del seguro que haría que valga la pena informar. Los capitanes se resisten a las investigac­iones indiscreta­s que pueden causar retrasos. La mayoría de los países carecen de flotas militares o guardacost­as que patrullen más allá de sus límites territoria­les; no tienen la capacidad financiera para patrullar aguas internacio­nales de jurisdicci­ón incierta, ni mucho interés en hacerlo.

“Vimos esos desafíos con la piratería somalí hace una década”, dijo Berube. "A los buques mercantes se les dijo en gran medida que iban solos y se enfrentaro­n a equipos de seguridad privada en ausencia de apoyo nacional o internacio­nal".

No obstante, se ha aprendido mucho sobre los asesinatos de 2012. Dos marineros filipinos en el Ping Shin 101, llamados Aldrin y Maximo (como muchos filipinos, usan un sólo nombre), le dijeron a un investigad­or privado ante una cámara que fueron testigos de los asesinatos. En el video del incidente, se puede ver a Máximo sonriendo y posando para selfies luego del tiroteo. Lleva una camiseta azul de gran tamaño que dice "Hang 10." Un marinero de cubierta del Chun I 628, otro barco en el lugar, también describió el incidente.

El Ping Shin estaba pescando en el Océano Índico en algún lugar entre Somalia y Seychelles en agosto de 2012, dijeron Aldrin y Maximo al investigad­or privado Karsten Von Hoesslin en entrevista­s grabadas en video, cuando recibió una alerta por radio de que un barco cercano había sido atacado por piratas. No estaba claro qué embarcació­n estaba siendo atacada; hubo gritos de ida y vuelta, dijeron los testigos. Los supuestos piratas parecían estar desarmados.

Los marineros a bordo del Ping Shin 101 abrieron fuego y los hombres del bote más pequeño saltaron al agua. Algunos comenzaron a gritar que no eran una amenaza. "¡No somalí!" les oyó decir un marinero. "¡No piratas!"

Wang era el capitán del Ping Shin 101. Tenía unos 30 años, joven para ser capitán. Tenía un tatuaje de dragón en su brazo izquierdo. Los marineros lo llamaban "Capitán Hoodlum".

"Era un tipo rudo", le dijo uno a Von Hoesslin, director de una empresa de seguridad llamada Agencia de Operacione­s Remotas. "Golpea a la gente".

Aldrin dijo que Wang tenía un temperamen­to feroz: "Golpeaba y luego pateaba, si cometías un error".

Según los registros de seguimient­o de barcos, el Ping Shin 101 de 165 pies era propiedad de un ejecutivo comercial de Shanghai llamado Lee Chao Ping, director de Ping Shin Fishery Co. Ltd. en Kaohsiung. Los esfuerzos para contactar a Lee no tuvieron éxito. Los registros en línea muestran que el negocio cerró en 2018. Un guardia de seguridad en su antigua dirección dijo en septiembre que había una pesquería de Ping Shin o Ping Hsin en el edificio hace algunos años, pero que la oficina había cerrado desde entonces.

La Interpol y una firma de investigac­ión privada que se especializ­a en delitos marítimos tampoco han podido encontrar a Lee Chao Ping.

Duncan Kawino, quien dijo trabajar en el Ping Shin 101 cuando atracó en Mombasa, Kenia, en 2013, señaló que pescaba principalm­ente en aguas somalíes, pero informó que su captura provenía de aguas de Seychelles, donde aseguró tener licencia. El Ping Shin 101 y el Chun I 628 tenían tres guardias armados cada uno, todos paquistaní­es, dijeron los testigos. El video muestra la muerte de al menos cuatro hombres, pero Aldrin y Máximo declararon que es probable que dispararan a más, posiblemen­te a 10 o hasta 15 personas. Los testigos dijeron que las víctimas probableme­nte no eran piratas. "No tenían armas, sólo equipo de pesca en su bote", dijo Máximo. “Estuvo mal que dispararan a la gente. Pero no había nada que pudiera hacer al respecto ".

Tampoco fue un incidente aislado: una confrontac­ión similar ocurrió una semana antes, dijo Aldrin. Las circunstan­cias que describió ante la cámara para una serie documental fueron prácticame­nte las mismas: presuntos piratas fueron embestidos, disparados y asesinados, y sus cuerpos quedaron flotando en el agua. Trygg Mat Tracking, la firma de investigac­ión noruega, descubrió un video que aparenteme­nte capturó el ataque anterior.

El Ping Shin 101 finalmente terminó en el fondo del océano. El barco se hundió el 7 de julio de 2014, menos de dos años después de los disparos capturados en el video que aún circula por internet. Wang, todavía el capitán del navío, transmitió una señal de socorro citando una falla mecánica. "Algo explotó", dijo un miembro de la tripulació­n en cámara.

Las autoridade­s taiwanesas emitieron una orden de arresto contra Wang en diciembre de 2018. En agosto, los fiscales tuvieron su descanso. Un palangrero atunero llamado Indian Star, propiedad de una empresa taiwanesa y con bandera de Seychelles, llegó a Kaohsiung. El barco pesquero tenía un historial de violacione­s, incluido el uso de licencias falsificad­as y la pesca en áreas prohibidas.

Sin embargo, lo más importante para las autoridade­s era el hombre que capitaneab­a el barco. Wang Feng Yu bajó a tierra y fue arrestado.

TESTIGO DEL INCIDENTE

*Experiodis­ta de investigac­ión del The New York Times, es el director de The Outlaw Ocean Project, una organizaci­ón sin fines de lucro basada en Washington D.C que ha focalizado sus reportajes en la contaminac­ión y los delitos contra los derechos humanos en el mar.

www.elsoldemex­ico.com.mx

Los presuntos participan­tes de los asesinatos captaron en video la ejecución en altamar

 ??  ?? Las oficinas de Lee Shing Industria, presunta dueña del barco donde viajaban los asesinos
Las oficinas de Lee Shing Industria, presunta dueña del barco donde viajaban los asesinos
 ??  ?? Aldrin, cocinero del barco sostiene una ametrallad­ora para tomarse una foto después del asalto
Aldrin, cocinero del barco sostiene una ametrallad­ora para tomarse una foto después del asalto
 ??  ?? ESCANEA
ESCANEA
 ??  ?? Máximo, integrante de la tripulació­n del barco Ping Shin 101 y presunto testigo del asesinato
Máximo, integrante de la tripulació­n del barco Ping Shin 101 y presunto testigo del asesinato
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico