Desconozco a
cuántas personas les guste el ir a ver el desfile, ya sea el del 16 de septiembre o el del 20 de noviembre, pero de que las hay, las hay y muchas, aunque no haya de por medio ningún familiar que vaya a desfilar.
En lo particular me gustan las dos cosas, ir a ver el desfile y desfilar, participando en él. Me atrae más el de noviembre, porque siempre va de por medio la actividad física, el ejercicio y el deporte, en donde se demuestra qué instituciones y qué docentes del área deportiva toman en serio su participación y representatividad educativa.
Cuantas veces fue necesario, participé desfilando en varias instituciones, cuando estaba en activo, y en todas ellas me sentí muy cómodo, porque participar en representación de la institución donde en ese momento prestas tu servicio docente es un orgullo, un fuerte estímulo y una gran responsabilidad.
Estando en San Miguel de Allende, lo recuerdo muy bien, fue una experiencia muy padre, porque los niños se prestaban para las indicaciones y para la exigencia en la disciplina y los padres de familia apoyaban con mucho ánimo y responsabilidad. Aquí en Irapuato, cuando lo hice, me encantaba el ir llevando la responsabilidad del contingente, porque eso te hace partícipe de la demostración que tienes en tus actividades físicas y deportivas y más cuando te toca llevar la iniciativa de la formación de filas y las indicaciones para realizar las tablas rítmicas, los ejercicios o pirámides, según correspondiera; eso es padrísimo.
Como espectador también me gusta ir a los desfiles, haya o no familiares o amigos que vayan a participar. Les comparto que me gusta más el del noviembre, ya que nos permite disfrutar de las tablas rítmicas, habilidades y destrezas físicas y deportivas, y, de paso, observar la buena disciplina de los contingentes.
Después de dos años, o tres, no lo recuerdo bien, de no tener desfile por causas ya de sobra conocidas, me di el tiempo de ir a verlo y disfrutarlo, porque era una actividad que regresaba después de tanta ausencia y creo que es estimulador volver al ritmo acostumbrado para este tipo de eventos. Siempre, querámoslo o no, cada desfile está sujeto a comentarios y críticas, buenas, regulares y hasta malas, lo mismo hacia los organizadores, porque en gustos se rompen géneros, además a nadie nos complace del todo y en esta ocasión no es la excepción.
El pero que le pondría, en lo personal a esta edición de noviembre 2022, pues solamente va dirigido hacia el orden de los contingentes participantes, pues si bien fue atractivo ver a los elementos del Ejército Mexicano, a los de la Guardia Nacional y a las Fuerza de Seguridad de nuestra ciudad, realizando ejercicios y gritos que llaman la atención, creo que se equivocaron en el haber mandado hasta el final a las escuelas primarias, secundarias, preparatorias y de licenciatura, sobre todo a los de primaria.
No fue la mejor decisión, pues desde mi óptica y experiencia, sacrificaron y expusieron mucho a los niños y adolescentes, creo que se les pasó pensar en ellos.
El otro inconveniente fue el desorden que se dio entre contingente y contingente, ya que se dejaba casi una cuadra de por medio entre uno y otro, haciendo más tardado y tedioso el tiempo del evento. La actividad física, el ejercicio y el deporte, lo mejor.
Como espectador también me gusta ir a los desfiles, haya o no familiares o amigos que vayan a participar.