Beamon se siente como James Brown
El legendario saltador de altura Bob Beamon trabajó en México invitado por el presidente José López Portillo para impulsar las pruebas de salto de longitud en el Plan Sexenal de Popotla, algo que se desconocía o se ignoraba por el paso del tiempo, en un boom deportivo que vivió nuestro país en aquella época.
Regresó a México con motivo del 50 aniversario de los Juegos Olímpicos de México 68 acompañado de su esposa, con la que contrajo nupcias y se han mantenido juntos a los largo de medio siglo. Bob con una alegría singular, más que una entrevista la convirtió en una charla en casa, sobre la pista de atletismo vestido con saco azul, tenis multicolor y gorra roja que lo cubrió del sol.
Lo llevamos hacia la portería sur, de repente como una estampida nos rodeó de micrófonos, grabadoras y teléfonos celulares. ¿Qué significaba para Bob Beamon regresar al estadio de México 68? Fue la primera pregunta: “Me siento muy bien, como James Brown, es fantástico”.
Lo que vivió no lo puede describir porque fue muy especial, reiteró el deportista que estuvo a punto de no asistir a nuestro país, atravesaba una depresión muy profunda, a consecuencia de un problema personal que ya no viene al caso mencionarlo. Sus compañeros lo convencieron y quién imaginaría que 8.90 metros marcaron su vida personal.
“Fue sorprendente, espectacular, increíble (lo repite en español) y solamente puedo decir que fue maravilloso y ahora lo sigo sintiendo”, declaró Beamon, cada calificativo como la carrera que hizo, el vuelo que desarrollo y la forma de clavar los spikes en la arena que lo hicieron dar pasos alocados. /