El Sol de la Laguna

Con la salud, no Si has pasado

- @NosotrxsMX CRISTOPHER ECHENIQUE

por una gasolinera en la última semana probableme­nte habrás visto cartulinas con la leyenda “No hay gasolina”. El problema tiene consecuenc­ias como largas filas o que los autos dejen de circular. Ahora imagina pasar por hospitales y ver cartulinas que digan “No hay medicament­os”.

El problema es una realidad, sólo que afecta a los más vulnerable­s y tiene menor visibilida­d que la escasez de combustibl­e. Las consecuenc­ias de la falta de medicament­os van desde el deterioro de la salud de los pacientes, resistenci­a a medicament­os o desarrollo de enfermedad­es, hasta la muerte.

Los principale­s afectados son pacientes que se atienden en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), porque no tienen forma de solventar el elevado costo de los tratamient­os. Muchos de ellos son personas que viven con enfermedad­es como VIH o cáncer quienes desde mediados de diciembre, reportaron que no les son surtidas sus recetas en las unidades del Seguro Social. El motivo, nos dicen, que la administra­ción pasada no consolidó la compra de medicament­os ni para terminar el 2018, y la responsabi­lidad alcanzó a la actual administra­ción, que durante el periodo de transición, no se percató del problema que dejaban los otrora funcionari­os del sector salud.

La escasez de fármacos en hospitales públicos orilla a personas de escasos recursos a conseguirl­os en el mercado ilegal, donde, de acuerdo con la Unión Nacional de Empresario­s de Farmacias ( UNEFARM), son hasta 146 por ciento más baratos; sin embargo, al ser de mala calidad, ponen en grave riesgo su salud.

El desabasto no se limita a los medicament­os para estas enfermedad­es, sino que alcanza hasta los insumos básicos para atender urgencias, incluso en el Hospital General de la Ciudad de México, según reportan los mismos médicos. El propio director general del IMSS, Germán Martínez, reconoció que durante sus visitas sorpresa a diferentes unidades y clínicas médicas del país, detectó un desabasto severo de insumos y medicament­os de corte básico.

El problema no es nuevo, pero es un mal inicio para un gobierno que se ha comprometi­do a consolidar un sistema único y universal de los servicios de salud con equidad, calidad y eficacia en todos los niveles de atención. Para alcanzar ese objetivo se debe empezar por garantizar que haya medicament­os suficiente­s para todos los que lo requieren.

Si algo debe aprender el nuevo gobierno de todo esto, es que la salud de las

personas es algo muy delicado, en donde no cabe la improvisac­ión y la falta de planeación. Vulnerar el derecho a la salud de manera sistemátic­a pone en riesgo la vida de miles de personas, lo cual no debería suceder en casos prevenible­s que sólo dependen de insumos básicos para la salud.

En los esfuerzos para terminar con el desabasto, resulta imperativo que las autoridade­s del sector salud trabajen de la mano con las organizaci­ones de pacientes y sociedad civil para informar de manera oportuna cualquier desabasto de insumos médicos o de medicament­os y para que señale cualquier vulneració­n de derechos que ponga en riesgo su vida o la de sus familiares.

Ojalá no veamos este escenario repetirse en el próximo mes de marzo, cuando el Seguro Popular renueve contratos a proveedore­s.

La escasez

de fármacos en hospitales públicos orilla a personas de escasos recursos a conseguirl­os en el mercado ilegal, donde, de acuerdo con la Unión Nacional de Empresario­s de Farmacias, son hasta 146 por ciento más baratos; sin embargo, al ser de mala calidad, ponen en grave riesgo su salud. El desabasto no se limita a los medicament­os para estas enfermedad­es, sino que alcanza hasta los insumos básicos para atender urgencias, incluso en el Hospital General de la Ciudad de México, según reportan los mismos médicos. El propio director general del IMSS, Germán Martínez, reconoció que durante sus visitas sorpresa a diferentes unidades y clínicas médicas del país, detectó un desabasto severo de insumos y medicament­os básicos. El problema no es nuevo, pero es un mal inicio para un gobierno que se ha comprometi­do a consolidar un sistema único.

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