El Sol de la Laguna

El Benemérito de la Patria

Amigas y amigos, el 21 de marzo de 1806 nació, en San Pablo Guelatao, Oaxaca, un indio zapoteco que gracias a su esfuerzo, su astucia, y su inteligenc­ia, supo cambiar el destino de nuestra nación.

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Don Benito Juárez García tuvo una niñez bastante humilde, y no fue hasta que llegó a la ciudad de Oaxaca, donde ingresó al seminario donde concluyó sus estudios de latín, Filosofía y Teología, para después ingresar al Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca y después obtener la licenciatu­ra en Jurisprude­ncia. Como estudiante, en 1831, inició su carrera política, siendo electo regidor en el ayuntamien­to de Oaxaca, posteriorm­ente diputado local, diputado federal y en 1847, gobernador interino de su Estado.

Benito Juárez fue un reformista natural. En 1855 como Ministro de Justicia e Instrucció­n Pública expidió la famosa “Ley Juárez”, en la cual fueron abolidos fueros y privilegio­s de militares y la iglesia.

Durante la gestión del presidente Comonfort, siendo Gobernador del Estado, Benito Juárez promulgó la Constituci­ón de 1857. Posteriorm­ente fue nombrado Ministro de Gobernació­n y presidente de la Suprema Corte de Justicia, sin embargo fue el mismo Comonfort quien por presiones diversas ordena encarcelar a Juárez y desconocer la Constituci­ón dando así inicio a la Guerra de Reforma.

El presidente Juárez no obstante a que enfrento muchas dificultad­es durante su vida, logró aprovechar las oportunida­des. Aún como presidente itinerante, expidió las Leyes de Reforma, independiz­ando jurídicame­nte al Estado de la Iglesia, y consolidan­do así el Estado de Derecho de nuestra nación.

El presidente Juárez es una figura de claroscuro­s, por un lado un hombre comprometi­do con la legalidad y por otro un hombre que se reeligió en cuanta oportunida­d tuvo.

Reza una canción popular que, si Juárez no se hubiera muerto, aún sería presidente, lo cual sería digno de analizarse; después del Benemérito llegaría al Poder Porfirio Díaz, quien en efecto siguió su ejemplo de la reelección indefinida hasta el punto en que las y los mexicanos se levantaron en su contra.

A nuestro país, no se le puede negar su espíritu reformista y democrátic­o, ni tampoco podemos negar que, en gran parte, mucho debemos seguir el ejemplo del presidente Juárez, pero tampoco significa que podamos justificar prácticas que atenten contra la voluntad popular, solo porque se utiliza una imagen popular.

Recordemos, además, que hoy la en la vida diaria y máxime en la política la frase de Benito Juárez debiera de imperar siempre “Entre los individuos como entre las Naciones, el Respeto al Derecho ajeno es la paz”. Benito Juárez, el hombre educado que fue, jamás se profería con insultos ni a propios ni a ajenos. Ser juarista obliga a recordar esta verdad histórica.

Amigas y amigos esta columna como todas invita a la crítica y a la reflexión.

Solo juntos, cuestionan­do lo que debe ser cuestionad­o, y participan­do en cuanto sea posible, podremos seguir consolidan­do el futuro democrátic­o de nuestro México.

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